Julian AssangePor Julian Assange — “THE New Digital Age” es un modelo sorprendentemente claro y provocativo para el imperialismo tecnocrático, de dos de sus principales médicos brujos Eric Schmidt y Jared Cohen, quienes construyen un nuevo lenguaje para EUA, potencia mundial en el siglo 21. Esta expresión refleja la unión cada vez más estrecha entre el Departamento de Estado y Silicon Valley, personificada por Schmidt, presidente ejecutivo de Google, y Cohen, ex asesor de Condoleezza Rice y Hillary Clinton que ahora es director de Google Ideas.

Los autores se conocieron durante la ocupación de Bagdad en el 2009, cuando el libro fue concebido. Paseando entre las ruinas, los dos se emocionaron al ver que la tecnología de consumo iba transformando una sociedad aplastada por la ocupación militar de EUA. Ellos decidieron que la industria de la tecnología podía ser un poderoso agente de la política exterior de EUA.

El libro hace proselitismo sobre el papel de la tecnología en la remodelación de los pueblos y naciones del mundo en semejanza a la superpotencia dominante del mundo, así quieran o no ser reformados. La prosa es concisa, el argumento cargado de confianza y la sabiduría – banal. Pero éste no es un libro diseñado para ser leído. Es una declaración de gran envergadura, diseñada para fomentar alianzas.

“Th New Digital Era” es, más allá de cualquier otra cosa, un intento de Google de posicionarse como visionario geopolítico de EUA – la única compañía que puede responder a la pregunta “¿A dónde debería ir EUA”. ​​No es sorprendente que un elenco respetable de los belicistas más del mundo famosos ha sacado a relucir para dar su visto bueno a esta tentación para poder blando occidental. Los reconocimientos otorgan un lugar preponderante a Henry Kissinger, quien junto con Tony Blair y el ex director de la CIA Michael Hayden han elogiado por adelantado por el libro.

En el libro los autores felizmente asumen la carga del tecnócrata blanco. Aparecen convenientemente unos próceres de piel oscura: pescadoras congoleñas, los diseñadores gráficos en Botswana, activistas anticorrupción en San Salvador y pastores Masai analfabetos en el Serengeti — son todos obedientemente convocados para demostrar las propiedades progresistas de los teléfonos de Google lanzados en la cadena de suministros informativos de información del imperio occidental.

Los autores ofrecen una versión banalizada diestramente del mundo de mañana: se prevé que los dispositivos dentro de décadas serán muy parecidos a lo que tenemos en este momento – sólo más “cool”. El “Progreso” será impulsado por la propagación inexorable de la tecnología de consumo estadounidense sobre la superficie de la tierra. En estos momentos, todos los días se activan otro millón o más de dispositivos móviles Google. Google se interpondrá — y por lo tanto el gobierno de EUA — entre las comunicaciones de todo ser humano que no viva en China (China es mala). Las mercancías se volverán más maravillosas: los jóvenes profesionales urbanos dormirán, trabajarán y comprarán con mayor facilidad y comodidad, la democracia será insidiosamente subvertida por la tecnologías de vigilancia y el control será rebautizado entusiásticamente como “participación”; y nuestro actual orden mundial de dominación sistematizada, intimidación y opresión continuará, sin mencionar, sin aflicción o sólo ligeramente perturbado.

Los autores ven con amargura el triunfo egipcio de 2011. Rechazan la juventud egipcia mordazmente, afirmando que “la combinación de activismo y la arrogancia de los jóvenes es universal”. Turbas movilizadas digitalmente significan revoluciones serán “más fácil empezar”, pero “más difíciles de concluir”. Debido a la ausencia de líderes fuertes, el resultado, o al menos es lo que Kissinger dice a los autores, serán los gobiernos de coalición que caerán para ser autocracias. Dicen que habrá “no habrá más primaveras” (pero China está contra las cuerdas).

Los autores se hacen fantasías sobre el futuro de los grupos revolucionarios con “buenos recursos”. Un nuevo “cultivo de consultores” sabrá “utilizar los datos para construir y perfeccionar una figura política.”

“Sus” discursos (el futuro no es muy diferente) y escritos estarán alimentados “a través de complejas funciones de extracción y suites de software de análisis de tendencias”, mientras que “la asignación de la función cerebral”, y otros “diagnósticos sofisticados” se utilizarán para “evaluar las partes débiles de su repertorio político”.

El libro refleja los tabúes y obsesiones institucionales del Departamento de Estado. Evita la crítica significativa de Israel y Arabia Saudita. Pretende, de forma bastante extraordinaria, que el movimiento por la soberanía de América Latina, que ha liberado a muchos de las plutocracias y dictaduras respaldadas por EUA en los últimos 30 años, nunca tuvo lugar. Al referirse más bien a los “envejecientes líderes” de la región, el libro no puede ver a América Latina por Cuba. Y, por supuesto, el libro atacar teatralmente sobre los cocos favoritos de Washington: Corea del Norte e Irán.

Google, que comenzó como una expresión de la cultura independiente de estudiantes de post grado en California — una cultura digna, humana y liviana — dedse que se encontró con la maldad del mundo grande, le ha apostado a lo elementos tradicionales de poder de Washington, desde el Departamento de Estado a la Agencia Nacional de Seguridad.

A pesar de que representa una fracción infinitesimal de las muertes violentas a nivel mundial, el terrorismo es una marca favorita en los círculos políticos de EUA. Este es un fetiche que también deben ser atendido y por lo tanto “El Futuro del Terrorismo” le da su propio capítulo. El futuro del terrorismo, aprendemos, es el ciberterrorismo. Una sesión de indulgente alarmismo sigue, incluyendo un escenario de película de desastre en que ciberterroristas toman el control de los sistemas de control de tráfico aéreo de EUE y envían aviones a estrellarse contra edificios, cerrando las redes de energía y lanzando armas nucleares. Los autores entonces denuncian de igual manera a los activistas que se involucran en las protestas digitales.

Tengo una perspectiva muy diferente. El avance de la tecnología de la información personificado por Google anuncia la muerte de privacidad para la mayoría de la gente y cambia el mundo hacia el autoritarismo. Esta es la tesis principal de mi libro, “Cypherpunks.” Pero mientras que Schmidt y Cohen nos dicen que la muerte de la privacidad ayudará a los gobiernos de las “autocracias represivas” a “controlar a sus ciudadanos”, también dicen que los gobiernos en las democracias “abiertas” lo ven como” un regalo que les permite” responder mejor a las necesidades de ciudadanos y clientes”. En realidad, la erosión de la privacidad invidividual en el occidente y la centralización del poder hace inevitables los abusos acercando a las “sociedades buenas” más cerca de las “malas”.

En la sección “Autocracias represivas”, describe, con desaprobación, diversas medidas de vigilancia represiva: la legislación para insertar puertas traseras en el software para poder espiar a los ciudadanos, el control de las redes sociales y la recopilación de inteligencia de poblaciones enteras. Todos ellos ya están en uso generalizado en EUA. De hecho, algunas de esas medidas – como la presión para exigir que cada perfil de red social esté vinculada a un nombre real – fueron encabezados por el propio Google.

La escritura está en la pared, pero los autores no la pueden ver. Toman prestado de William Dobson la idea de que en una autocracia los medios de comunicación “permiten una prensa de oposición, siempre y cuando los opositores al régimen entienden cuáles son los límites tácitos”. Sin embargo, estas tendencias están empezando a surgir en EUA. Nadie duda de los efectos escalofriantes de las investigaciones de The Associated Press y de Fox James Rosen. Pero ha habido poco análisis sobre el papel de Google en el cumplimiento de la citación Rosen. Yo tengo experiencia personal de estas tendencias.

El Departamento de Justicia admitió en marzo que estaba en su tercer año de una investigación criminal continua de WikiLeaks. Testimonio de la corte declara que sus objetivos incluyen “los fundadores, propietarios o administradores de WikiLeaks”. Una presunta fuente, Bradley Manning, se enfrenta a un juicio de 12 semanas a partir de mañana, con 24 testigos de cargo que han de declarar en secreto.

Este libro es una obra ominosamente fundamental en que ningún autor tiene el lenguaje para ver, y mucho menos expresar, el titánico mal centralizado que están construyendo. “Lo que Lockheed Martin fue hasta el siglo 20”, nos dicen, “las empresas de tecnología y la seguridad cibernética lo serán en el 21”. Sin siquiera entender cómo, han actualizado y perfectamente ejecutado la profecía de George Orwell. Si usted desea ver una visión del futuro, imagine con el apoyado de Washington Glasses Google colocadas sobre los rostros humanos vacíos — para siempre. Los fanáticos del culto a la tecnología de consumo encontrarán muy poco que les inspire en ello — no que siempre lo vayan a necesitar. Pero esta es una lectura esencial para cualquier persona atrapada en la lucha por el futuro, teniendo en cuenta un solo imperativo: Conoce a tu enemigo.

Artículo en inglés