La semana pasada, Googoosha, la hermosa cantante de Usbekistán, apareció en portada de la revista Billboard, como parte del lanzamiento de su primer CD en inglés.
El acto fue seguido, escribe Chris Lee en Daily Beast, por una serie de mensajes por Twitter.
Los tuiteos fueron comprados.
La portada de Billboard también fue comprada.
Pero con ese debut de su CD, ahora nos enteramos que Googoosha, una artista que realmente solo se conoce en Uzbekistán, no es nada menos que Gulnora Karimova, hija de uno de los dictadores más sanguinarios del mundo: Islam Karimov.
Karimov, dice Daily Beast, se ha logrado aferrar al poder en Uzbekistán desde la caída de la Unión Soviética en la década del 90.
La persecución política, los secuestros, la tortura sistemática y los asesinatos son el sello del régimen, dice.
Hasta el punto de brutalidad, agrega, que la policía secreta ejecutó a dos opositores hirviéndolos vivos.
Pero, ¿es culpable la hija de los pecados del padre?
Daily Beast la describe como elegante, sofisticada, educada en Harvard. Al mismo tiempo, “ha acumulado una fortuna de entre US$570 y US$665 millones amenazando y chantajeando a cuanta empresa lucrativa existe en Uzbekistán”.
“La cantante también ha sido vinculada a la mafia rusa. Activistas sindicales asignan responsabilidad al gobierno de su familia por trabajos forzados de hasta dos millones de niños a quienes se les retira de la escuela cada otoño para recoger el algodón bajo condiciones ‘horribles’. Y cuando se alistaba a presentar su colección Guli en la semana de la moda de New York el año pasado, manifestantes obligaron a que se cancelara la muestra“.
Parece que hija de tigre salió manchada.
