Gregorio El GrandeLa Voz — La renuncia de Joseph Ratzinger es noticia mundial. Pero no es el primer Papa que genera conmoción o admiración en la historia de la humanidad, y al cine le ha tocado contarlo algunas veces.

El año pasado, una de las series más vistas del cable fue Los Borgia, que cuenta la vida de uno de los Papas católicos más polémicos, Rodrigo Borgia. El programa, que atrapó a una audiencia fiel desde el comienzo, se filmó originalmente en 2011 y durante 2013 verá su tercera temporada. Neil Jordan, el irlandés autor de El juego de las lágrimas que comandó esa producción, supo cómo hacerlo. Contrató a Jeremy Irons para encarnar al prelado, y se trasladó al siglo XV para recrear el ascenso de Alejandro VI y los de su sangre al poder. Algo similar a lo que contó, con singular maestría y éxito, el escritor Mario Puzo, más conocido como autor de El padrino, en otro libro fantástico, titulado Los Borgia.

Pero también hubo movimiento cinematográfico al respecto. Hace dos años, un italiano se ocupó de la emblemática figura y filmó Habemus Papa, centrándose en la relación entre un Papa recién electo y su psicoanalista. Los ecos de la desaparición de Juan Pablo II (y el cónclave que finalizó en el célebre humo blanco) sin dudas estuvieron detrás de esta obra del director Nanni Moretti, que protagonizaron Michel Piccoli y el actor polaco Jerzy Stuhr. Moretti, de reconocida simpatía con el Partido Comunista azzurro, introdujo así una pincelada de la izquierda al retrato del prelado.

Dos visiones

No es la única representación llamativa del fenómeno de los Papas. En Sudamérica, se rodó una película muy particular, en Uruguay, por parte de los realizadores César Charlone y Enrique Fernández. El baño del papa, largometraje del año 2007, muestra en el formato de una ficción el acontecimiento que provoca la visita del máximo mandatario eclesiástico a un escenario tercermundista. En la trama de la película, un grupo de personas usufructúa esta oportunidad para darle un round más de batalla a la pobreza, instalando un baño público en su domicilio, para que sea alquilado por los que asisten a la homilía al aire libre que dará el sacerdote.

Menos contemplativa es la mirada de Costa Gavras, un director famoso por lo que décadas atrás se conocía como un perfil contestatario. En Amen, ambientada en la Segunda Guerra Mundial, un oficial de las SS con un resto de conciencia trata de informarle al papa Pío XII lo que está ocurriendo con el envío de judíos a los campos de concentración, en un momento políticamente muy comprometido para el Vaticano, porque Italia y Alemania están sellando una poderosa alianza bélica. La Santa Sede, es casi una obviedad decirlo, no prestó sus edificios para el rodaje de esta película, cuyo argumento se inspira en una obra de teatro de 1963 que al momento de su estreno provocó incluso tensiones diplomáticas.

El Papa que no fue

Algunos memoriosos deben recordar Las sandalias del pescador, una película muy popular del año 1968, basada en un best seller de Morris West, y protagonizada por Anthony Quinn, Laurence Olivier, John Gielgud, y Vittorio de Sica. En esa ucronía (versión alternativa de la historia real) se juega con la figura de un papa creado por el escritor Morris. En esa ficción, este cura ucraniano que pasa varios años prisionero en Siberia es enviado luego a trabajar como asesor del Papa en el Vaticano.

Una serie de situaciones, hacen que se convierta en el nuevo Sumo Pontífice, Cirilo I, en un momento de gran tensión entre Rusia, China y los EE.UU.. Cirilo I intenta mediar, y en un acto de fe y coraje, ofrece donar todas las posesiones de la Iglesia para paliar el hambre en el mundo. Dato más que curioso, Anthony Quinn relató, mucho años después de ese estreno, que durante el rodaje de Las sandalias del pescador sufrió de una extraña enfermedad mental que aqueja a los que como él, siendo tan religiosos, son superados por el debate interior acerca de sus creencias.

No tan conocida en la Argentina en general, aunque sí en los círculos católicos, es una película norteamericana del año 1968 llamada Saving grace, dirigida por Robert M. Young, y protagonizada por Tom Conti, Fernando Rey, Erland Josephson, Giancarlo Giannini y Edward James Olmos. En ella se cuenta del comportamiento insólito de un Papa, León XIV, quien extraña el contacto con la gente, un día deja momentáneamente el Vaticano para visitar un pueblito donde una niña sordomuda le dijo que parecen mucha necesidad.

Una papisa

Versiones más alternativas de esta figura religiosa también hubo. Al parecer, Michael Anderson, el hombre que dirigió Las sandalias del pescador se quedó con ganas de más y poco tiempo después, en 1972, configuró La papisa Juana. Allí, este ex veterano de guerra (hoy de 93 años), prestigioso realizador de productos de ciencia ficción para la pantalla grande, como La vuelta al mundo en 80 días, 1984, o la famosa serie Fuga en el siglo XIII, se vale de una leyenda para plantearle otra vez un juego de imaginación del público. Ese mito habla de la existencia de la papisa Juana, la única mujer elevada al sillón principal de la curia, quien habría ejercido el cargo muy brevemente, alrededor del año 855.

Hay variadas y cantidad de películas acerca de Papas, y en la actual era de la imagen, no se puede descartar que Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, pueda alguna vez tener la suya.

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Imagen Gregorio el Grande (540-604), taller de Carlo Saraceni, via Wikipedia