¿Cómo dice el refrán? ¿Soldado preparado no muere en guerra? Pues ese no fue el caso de de Christopher Lee, el congresista por New York que dimitió ayer en medio de un escándolo de fotos sin camisa y correspondencia erótica, enviadas por un servicio de internet para lograr un encuentro con una dama que buscaba compañía masculina.

Christopher Lee bien sabía los problemas que enfrentaba.

Es más, escribe Adrian Chen en Gawker (página donde una nota firmada por Maureen O’Connor compartió con el mundo el extraño caso de imprudencia e impudencia congresional) que los peligros de internet no eran nada nuevo para él. En junio del 2009 había escrito un editorial en el diario Towanda News explicando por qué había ayudado a aprobar una ley que perseguía “educar a los estudiantes sobre los peligros de Internet”.

“Internet permite que con pulsar unas cuantas teclas”, escribe el congresista descamisado, “permite que un joven encuentre información para un proyecto de investigación, haga nuevos amigos o descubra nuevas aficiones”.

“Al mismo tiempo,” continúa, “responder a lo que parece ser un correo amistoso, o una oferta comercial llamativa, puede tener consecuencias serias. La información privada igual que las imágenes se pueden transmitir fácilmente tanto a amigos como a extraños”.

Advierte que a la vez que “internet ofrece a la juventud recursos adicionales y conexiones sociales, existe una gran preocupación sobre los peligros desconocidos que surgen de un medio que crece diariamente por miles de millones de páginas”.

Esta lección del congresista, continúa Gawker, debió haber mencionado que es una pésima idea enviar fotografías sexuales de uno mismo sin camisa, diciendo ser soltero, usando su propio nombre y dirección electrónica a mujeres desconocidas en Craiglist.

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