Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur. Amy Goodman y Denis Moynihan
El presidente Barack Obama pronunció su último discurso sobre el Estado de la Unión el martes por la noche ante una sesión casi a pleno del Congreso. Casi a pleno porque hubo un asiento vacío al lado de la primera dama, Michelle Obama. Según informó la Casa Blanca: “Se dejó un asiento vacío en el palco de invitados de la Primera Dama en representación de las víctimas de la violencia con armas de fuego que ya no tienen voz. Porque necesitan del resto de nosotros para que hablemos por ellos. Para que contemos su historia. Para que honremos su memoria”.
Ese símbolo, el de la silla vacía, invita a reflexionar acerca de quiénes más no estaban presentes en esa prestigiosa galería del Capitolio. Por ejemplo, los inmigrantes indocumentados detenidos en las redadas llevadas a cabo en Año Nuevo por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés). Cientos, o tal vez miles de personas (no se ha dado a conocer la cifra), la mayoría de ellas provenientes de países centroamericanos como Honduras, Guatemala y El Salvador, han sido arrestadas en redadas desarrolladas en todo el país. Familias enteras, madres solteras con niños y personas solas, que en muchos casos huyeron de sus países de origen para salvar sus vidas, están siendo detenidas por agentes federales armados y luego puestas a disposición para ser deportadas.
Le pregunté a la congresista de Maryland Donna Edwards, actualmente candidata al Senado, acerca de las redadas del ICE. Me dijo: “Considero que es irresponsable esta forma extrema de hacer cumplir la ley en las comunidades, la cual, en el distrito electoral al que represento, está generando tanto miedo en las comunidades que los niños no van a la escuela y la gente no va a trabajar por miedo a ser vistos y ser identificados en sus comunidades”. Las campañas del senador Bernie Sanders y de la ex secretaria de Estado Hillary Clinton se han hecho eco del sentir de la congresista Edwards.
Las redadas han suscitado manifestaciones de protesta en todo el país. El pasado viernes, siete personas fueron arrestadas en la ciudad de Nueva York frente a la oficina local del ICE, tras haberse atado unas a otras y cortado el tránsito. Entre los arrestados se encontraba Claudia Palacios. Su historia es digna de ser mencionada. Palacios nació en Texas y se desempeñó durante cinco años en el cuerpo de infantes de Marina de Estados Unidos. Pasó dos años en Okinawa y varios años alrededor del mundo desplegada con la Brigada Expedicionaria de Infantería de Marina. Aunque sirvió honorablemente a su país, esta veterana del Ejército nacida en Estados Unidos tiene sus propios problemas de documentación.
Su madre era indocumentada. Como muchas mujeres embarazadas en su situación, tenía miedo de ir a un hospital. Claudia nació con ayuda de una partera en un estacionamiento para casas rodantes. Su certificado de nacimiento fue firmado por la partera. Claudia Palacios contó en Democracy Now!: “El Ejército consideró válido mi certificado de nacimiento y pude ingresar al servicio. Una vez que entré en actividad, solicité el pasaporte ante el Departamento de Estado, pero ellos no aceptaron mi certificado de nacimiento”. Ahora, fuera de la Marina, sin su documento de identidad del Ejército de Estados Unidos y sin pasaporte, Palacios nos dijo: “Básicamente, soy una apátrida. No puedo salir de mi país”.
El asiento vacío estaba a la derecha de la Primera Dama. A su izquierda, se sentó el veterano de guerra condecorado Oscar Vazquez. El mismo comunicado de prensa de la Casa Blanca que describía el significado de la silla vacía, explicaba que Vasquez “llegó a Estados Unidos de niño en busca de una vida mejor. Desde los doce años de edad, cuando se mudó desde México a Phoenix, Arizona, Oscar fue un estudiante destacado. Pero sin estatuto legal, no pudo obtener un empleo que le permitiera mantener a su esposa y su hijo recién nacido”. Una vez que se le otorgó la tarjeta de residencia permanente, según continuaba su biografía: “Oscar ingresó al Ejército para servir al país que ama y al que considera su hogar. Oscar cumplió un período de servicio en Afganistán y es actualmente un orgulloso ciudadano estadounidense”.
Claudia Palacios considera insuficiente la presencia de Vasquez en el palco: “Creo que es una farsa llevarlo como invitado, como invitado de honor, al discurso sobre el Estado de la Unión y luego ni siquiera hacer mención sobre la inmigración y sobre la forma en que vamos a abordar este asunto o la forma en que vamos a dar refugio a las personas que se encuentran amenazadas”.
Las víctimas de la violencia con armas de fuego merecen tener un lugar, merecen que se cuenten sus historias y el Presidente ha de ser elogiado por la postura que ha adoptado al respecto. Pero las personas que llegan a este país huyendo de la violencia con armas de fuego, ya sean de América Central, de Siria, Afganistán o Irak, también merecen ser reconocidas y acogidas. Eso le dará solidez a la Unión.