Screen Shot 2014-07-30 at 4.25.57 PMDesde Gaza, Jesse Rosenfeld publica para Daily Beast una nota sobre los niños de esa sufrida ciudad sometida a una barbarie como pocas se han visto en tiempos recientes.

Son, dice el periodista, la semilla del odio que va germinando a causa de Israel.

Visita un centro de refugiados de la ONU.

Apartes:

El hedor de los baños atascados se combina con la peste de la fermentación de basura en el sol del mediodía. En el interior, escritorios amontonados cubiertos en sábanas sirven para dividir las habitaciones improvisadas para las familias amontonadas.

En la actualidad, unas 200,000 personas en Gaza viven bajo este tipo de condiciones y muchos tal vez la mayoría de ellos son niños. Al menos la mitad de los habitantes de Gaza, es decir 900,000, son menores de de 18 años de edad.

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[Yasmine, de 10 años] dice que admira a los combatientes palestinos, dirigidos por Hamas, que, tal como ella entiende la situación, están tratando de repeler a los atacantes israelíes.

Pero Yasmine no está buscando el martirio de un guerrero musulmán. Al igual que los otros niños de aquí, ella busca a alguien que la defienda: médicos, periodistas, combatientes — y ella algún día ser como ellos. Es una actitud presente en muchos de los niños que esconden su trauma detrás de inquebrantable sonrisas mientras incesantemente sobre la devastación que han vivido.

Mohammad [de 10 años] dice que si tiene la opción quiere ser maestro. Pero si nada ha cambiado para el momento en que haya crecido dice que sabe que va a luchar. No hay malicia en su voz.

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No es propaganda de Hamas, ni el currículo de la escuela ni incluso sus padres quienes hacen que estos niños vean un futuro en el que la resistencia continua es la única opción para sobrevivir. Esa ha sido la lección aprendida de las bombas israelíes que arrasaron sus casas y por las colas para recibir pan al cruzar la calle de la escuela.

Artículo en inglés