La lucha contra la pena capital en los EUA ha obtenido un aliado en Inglaterra con el fallo de los tribunales británicos que obliga a obtener una licencia a los exportadores de una de tres drogas usadas en el cóctel mortal con que algunos estados ejecutan a los condenados a muerte.
Escriben Nathan Koppel y Jeannie Whalen en el Wall Street Journal que la decisión del gobierno inglés de exigir que cualquier compañía británica que quiera exportar el anestésico tiopentato de sodio obtenga primero una licencia es un esfuerzo por “enfatizar la oposición moral del Reino Unido a la pena de muerte”.
Agregan que las licencias serán negadas si existe el riesgo de que sea utilizada en las ejecuciones. Jeffrey Landrigan de Arizona fue ejecutado hace poco con el fármaco comprado en Inglaterra, informaron.
La decisión fue el resultado de una demanda en la corte suprema de Gran Bretaña por los abogados de Edmund Zagorsk condenado a muerte en Tennessee.
Escaceces en el tiopentato de sodio en EUA han obligado a unos estados a postponer algunas ejecuciones y a otros a buscar métodos alternativos u otras fuentes de abastecimiento.