Sacrificar a los viejosYa van tres importantes personajes de la derecha de EUA que han sugerido clara y directamente que los abuelos deberíamos estar listos para sacrificarnos por el bien de la recuperación económica.

El primero fue Dan Patrick, vice gobernador del estado de Texas, comentando sobre la sugerencia del presidente Trump de que hay que reactivar la economía del país cuanto antes. Dijo a Tucker Carlson de Fox News que “Los abuelos deberían estar dispuestos a morir para salvar la economía para sus nietos”.

Al día siguiente, misma hora, mismo programa, Britt Hume, veterano comentarista de Fox News y con décadas ante las cámaras de TV estadounidenses, repite las palabras del político. Señaló que es “perfectamente razonable” pedir a los viejos que nos sacrifiquemos.

Y, por si fuera poco, Glenn Beck, otra voz de la ultraderecha trumpista, promotor de teorías de conspiración, con su propio canal de opinión, puso su granito de arena.

“Preferiría dejar que mis hijos se queden en casa y que todos nosotros los mayores de 50 años salgamos a reactivar esta economía y trabajemos, así nos enfermemos. Prefiero morir que matar al país, porque la economía no es la que está muriendo, es el país”.

Estas sabias palabras, de personajes que se dicen pro vida (anti derecho al aborto), vienen como un apoyo claro al plan del presidente Trump de “reabrir” a EUA para la Semana Santa. Así siga la infección, así siga el macabro ascenso de las cifras de muertes, Trump y sus partidarios (en el gobierno, el congreso, y los medios), quieren una economía a toda full.

Por repugnante que nos parezca a algunos de nosotros, el concepto de que un sector de la sociedad debe estar listo a perecer para mantener la producción no es nada nuevo. Se ha vivido en diversas ocasiones a lo largo de los milenios que lleva nuestra especie tomando decisiones que afectan el planeta.

El esclavismo se basaba en esta premisa. En unos casos, como en el sur de EUA hasta 1865, debido a que los y las esclavas constituían una inversión, sus dueños vacilaban en trabajarlos hasta que murieran.

En otros, como en Alemania nazi, en los campos de exterminio y las fábricas de armas secretas, allí si los trabajaban hasta el final.

Brutal.

Despiadado.

Dehumanizante.

Pero en en ese tipo de esclavismo era una sociedad que vencía a la otra y la obligaba a trabajar para ella. La destrucción de la otra no se basaba en la edad. 

El tema se ha implementado también en otras sociedades, como indica la página de Wikipedia sobre la práctica llamada Senicidio. Fue el tema de la novela distópica, La fuga de Logan.

Pero por lo general en las sociedades más civilizadas, los viejos hemos sido apreciados. Desde el núcleo familiar, donde aportamos ya sea cuidando niños — acompañando nietos, contando historias, jodiendo la vida; hasta en los engranajes sociales, donde se aprecian nuestras experiencias de la vida.

¿Estamos dispuestos a inmolarnos por el futuro de nuestros jóvenes?

La respuesta es sí.

¿Estamos dispuestos a morir por un sistema en que el 1% lo tiene todo y el 99% escasamente sobrevive el día a día?

La respuesta es no.

Qué se sacrifiquen ellos.

O como dice el pueblo, “que coman mucha mierda”.