El nombramiento por el presidente Obama de James Clapper, el Director de Inteligencia Nacional que previamente mintió al Senado sobre el alcance de la vigilancia de la NSA, para la anunciada junta de revisión de los programas de recopilación de información por el gobierno no es el principal problema escribe Amy Davidson en una nota en The New Yorker.
Por asombroso que sea el que Clapper esté involucrado, el propósito declarado de la junta directiva es peor: “Trata sólo de obtener la aprobación política — es diferente a la obligación de mantener la fe del público, o reconocer los derechos de los ciudadanos”, argumenta.
Coincide James Ball editor en The Guardian. “Clapper no es el problema en esta revisión de la privacidad por Obama. El problema es que las directivas no incluyen la privacidad como un criterio”.
“[…] la revisión no se trata de hacer el estado de vigilancia digno de confianza, sino de restaurar una confianza pasiva,” tuitea Jay Rosen, escritor de PressThink y profesor de periodismo.