El cadáver del saltoA unos 30 km de Bogotá, en el municipio de Soacha, Departamento de Cundinamarca, yace el cadáver de una maravilla natural: el Salto de Tequendama. 

Durante milenios fue una majestuosa catarata de unos 157 metros donde caía el río Bogotá formando una espectacular cascada, cuyo rugir retumbaba en medio de la neblina y el frío de los 2,467 metros sobre el nivel del mar.

Según los habitantes precolombinos de la sabana de Bogotá, el bienhechor Bochica lo había creado de un golpe de vara mágica para evacuar las aguas de un diluvio.

En el siglo XVIII, un sabio alemán de apellido de apellido Humboldt lo visitó, lo midió y lo describió ante el mundo.

En el año 1928, se construyó el lujoso Hotel del Salto — donde iban los ricos a pasar algunos días y consumir whisky escocés y aguardiente local.

Todo eso fue hace muchos años — antes de una represa, y del crecimiento desmesurado y caótico de una ciudad que básicamente lo secó.

Ahora, junto al cadáver del Salto de Tequendama, revolotean los fantasmas  — desde aquellos de los indios muiscas en los días de Bochica a los de todos aquellos bogotanos que optaron por saltar al salto como su fatal salida de un desaire amoroso.

Esto magnífica película de Davo González cuenta parte de esa historia.

Foto: Red de gestión ambiental

[vsw id=”15414576″ source=”vimeo” width=”425″ height=”344″ autoplay=”no”]