Claudia Patricia Gómez Gonzales. A ese nombre respondió durante 20 años la mujer guatemalteca ultimada el 23 de mayo, en Laredo, Texas, por un agente de la patrulla fronteriza.
La versión oficial — hasta que la cambiaron unas 24 horas después — es que el grupo con que había cruzado ilegalmente la frontera había atacado a la patrulla. Todo lo grabó en su teléfono, una vecina del área donde murió la joven, y que varios millones de personas han visto por Facebook.
Familiares y vecinos de Claudia Patricia Gómez Gonzáles fallecida en Laredo Texas, se encuentran consternados en su vivienda en el caserío Los Alonzo, en San Juan Ostuncalco, Quetzaltenango. Vía: Jaime Soc. pic.twitter.com/V1fFUSaskZ
— Emisoras Unidas (@EmisorasUnidas) May 25, 2018
La causa del terrible duelo que en estos momentos aqueja a los parientes de Claudia Patricia Gomez Gonzales, en el caserío Los Alonzo, en San Juan Ostuncalco, Quetzaltenango, Guatemala — y el horror que sentimos los que intentamos mantenernos al tanto de las noticias — es uno de los monumentales problemas de nuestra época. Uno que como tantos otros parece no tener solución.
Reduciendo el argumento a lo más simple, una joven mujer de 20 años — este bloguero tiene una hija de la misma edad — se marchó de su casa, viajó 2,400 kilómetros en una jornada en que, además de sentir hambre, sed, calor, angustia, pudo ser robada, violada, secuestrada, esclavizada.
Pero sobrevivió todo eso.
Alcanzó a la tierra prometida, solo para sufrir el mismo destino que Moisés (como nos lo recordó Martin Luther King Jr., la noche antes de su asesinato) y no lograr entrar.
Claudia Patricia Gómez Gonzalez murió a escasos kilómetros del sitio por donde había ingresado ilegalmente.
Murió en medio de un tsunami de xenofobia, en el cual cada día que pasa quienes sustentan el poder presentan a los menos favorecidos como invasores. Un clima tóxico donde se vincula a quienes huyen del infierno llamado Centroamérica — donde se conjugan la desigualdad económica, la falta de oportunidad, la corrupción a todo nivel, el tráfico de drogas a los lucrativos mercados de norteamérica, la violencia que mata y siembra terror — con brutales pandillas llamadas maras, producto y a la vez agravante de esta violencia.
Claudia Patricia Gómez Gonzales huyó porque no le quedaba otra. Su familia ha dicho que ella quería estudiar. Venía a EUA a trabajar para poder costearse sus estudios.
Muy probablemente, por su enorme valor, además de su aislamiento y falta de información, no haya comprendido bien la situación actual.
Claudia Patricia Gómez Gonzalez probablemente no sabía que las órdenes para las autoridades de inmigración son negar el asilo, a la vez que van sacando del país a la gente sin documentos, que pueden llegar a ser más de 10 millones de personas.
Estas 10 millones de personas, súmenseles sus familiares y amigos, viven a diario bajo el temor de que sus vidas pueden en cualquier momento quedar patas arriba. Los padres dejan a sus hijos en las escuelas sin saber si los van a poder recoger, no sea que se los lleve “La migra”.
Así como las redadas, arrestos y detenciones siembran terror en las comunidades de inmigrantes, en las fronteras las autoridades están separando a niños y padres migrantes indocumentados. Se calcula que unos 1500 niños se han perdido después de que sus padres fueran detenidos.
Ante ello, los propagandistas de las políticas anti inmigrante como Fox News, Drudge, Breitbart y otras, promueven la idea de que entre los migrantes puede haber pandilleros de MS13, a ellos ahora se les llama “animales”.
Y de esta deshumanización se desprende mayor represión, siempre justificada, jamás cuestionada.
Todo lo anterior lo llevaba la bala que asesinó a Claudia Patricia Gómez Gonzales, una mujer de enorme valentía que lo arriesgó todo por una vida mejor.
Quería estudiar.
Pero no pudo,
Sin embargo su breve pero trágica vida nos ha enseñado una lección en valor y humanidad.
Hoy recordamos a Claudia Patricia Gómez Gonzalez. Otra semana que pasó en EUA.
Carlos F. Torres
Director, El Molino Online
Pennsylvania, EUA, 5/27/2018
Una jornada desde San Juan Ostuncalco, Quetzaltenango, Guatemala a Laredo