Presidente Juan Manuel SantosEn una de las más importantes alocuciones sobre el estado de negociaciones entre su gobierno y la guerrilla más antigua de América, el presidente de Colombia Juan Manuel Santos expresó optimismo por el proceso que se desarrolla en La Habana, Cuba. 

“El proceso va bien. Se está trabajando con paciencia y perseverancia en la redacción de un acuerdo como nunca antes se había hecho con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Es un trabajo difícil, es complejo”.

Pidió calma: “Dejemos entonces a las delegaciones trabajar en La Habana sin tanta especulación. Si se mantiene el ritmo de las últimas semanas, es perfectamente posible concluir el trabajo en meses”, agregó.

El diálogo directo, que se inició en Noruega en noviembre del 2012 y luego se trasladó a Cuba, desde el 21 de marzo se encuentra en proceso de receso.

Las actividades deben reanudarse a partir de la tercera semana de abril.

El conflicto civil en Colombia, ha dejado más de 3.7 millones de desplazados, 600,000 muertos y 15,000 desaparecidos, según informes.

Se calcula que las FARC tienen alrededor de 8,000 combatientes armados.

El presidente Santos dijo también que el Ejército de Liberación Nacional (ELN) podría pronto integrarse al proceso de paz.

A continuación, las palabras del presidente de Colombia Juan Manuel Santos en su alocución a la nación colombiana el lunes 8 de abril del 2013. Fuente: Presidencia de Colombia. 

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Alocución del Presidente Juan Manuel Santos en el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado

Bogotá, 8 abr (SIG). Colombianos:

Mañana se cumplen 65 años del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán. Fue un momento nefasto que dio inicio a un periodo de violencia que aún no ha terminado.

Ni mi generación, ni la de nuestros hijos, han gozado de un solo día de paz.

Nos hemos acostumbrado a vivir en guerra, a vivir una realidad que nos debilita como país y nos afecta como seres humanos.

Mi obligación como Presidente de la República, y como ciudadano, es hacer todos los esfuerzos posibles para poner fin a esta situación.

El pasado mes de septiembre anuncié que habíamos firmado con las FARC el Acuerdo General: un acuerdo que traza el camino para la terminación del conflicto.

Hoy quiero hablarles —claro y conciso— sobre el proceso que estamos adelantando para desarrollar ese acuerdo.

Dije en su momento que veía una oportunidad real para terminar el derramamiento de sangre de manera definitiva.

Esa oportunidad, por mucho camino que nos falte por andar, la veo cada vez más cerca.

Hoy somos un país distinto, un país fuerte que avanza con paso firme en todos los campos —en el económico, en el social, en el de la seguridad— y que juega un papel protagónico en la región y entre la comunidad de naciones.

Lo he dicho muchas veces: los astros están alineados. Las condiciones están dadas. Esto nos permite, por primera vez, palpar la posibilidad de una Colombia sin guerra.

Pero la condición fundamental para alcanzar ese sueño es que creamos en nosotros mismos, creamos en nuestras fortalezas y, sobre todo, creamos en nuestro futuro.

Mientras algunos siguen atrapados en el pasado, aferrados a la visión de una Colombia condenada a la violencia, de una Colombia inmovilizada por el miedo o la polarización, NOSOTROS, LA INMENSA MAYORÍA, CREEMOS EN NUESTRO FUTURO.

Por esa razón, porque CREO en nuestro futuro y porque veo que estamos ante una gran oportunidad, tomé la difícil decisión de iniciar un proceso de paz con las FARC.

Y espero poder hacer lo mismo con el ELN más pronto que tarde.

Para que ese mejor futuro se haga realidad, con todo su potencial, para lograr un país seguro, tenemos que eliminar el obstáculo del conflicto.

Pero no de cualquier manera.

Desde el primer momento insistí en que éste tenía que ser un proceso distinto: un proceso serio, digno, realista y eficaz.

Ninguna solución es posible si no es una solución digna para todos. Para nuestros hombres y mujeres, pero también para la guerrilla.

Y ninguna solución es posible si no se trabaja de manera seria, realista y eficaz.

Por eso establecimos, con precisión y claridad, las condiciones del proceso en la etapa confidencial, que fue lo que hicimos con la firma del Acuerdo General.

La primera condición es que éste es un proceso para poner fin definitivo al conflicto, y para nada más.

No nos interesa hablar por hablar. Queremos terminar esta guerra —no prolongarla— para poder pasar la página y comenzar una nueva etapa: la construcción de una patria en paz.

La segunda condición es que las conversaciones se llevarían a cabo en el exterior y en el menor tiempo posible.

Es lo que se ha venido haciendo en La Habana.

Mientras tanto, en Colombia, el Gobierno sigue haciendo lo suyo, que es gobernar. En todo el territorio sigue imperando la ley y las Fuerzas Armadas siguen cumpliendo con su deber.

Dije que no habría despejes y NO hemos despejado, ni despejaremos, un solo centímetro del territorio nacional.

La tercera condición es que íbamos a trabajar sobre una agenda realista y concreta relacionada directamente con la terminación del conflicto, y NO con todos los asuntos del país.

Es una agenda corta, pero ambiciosa.

Incluye la dejación de armas y la reincorporación a la vida civil de las FARC, así como el tema del campo colombiano, que es donde el conflicto echó raíz y donde se han padecido más duramente los efectos del atraso y de la guerra.

También hay que establecer unas garantías reales de participación política, para que quienes hoy están en armas transiten sin temor el camino de la civilidad, y se rompa DEFINITIVAMENTE el lazo entre política y armas.

Hay que resolver de manera inteligente el problema de los cultivos ilícitos y frenar el narcotráfico.

Hay que seguir reconociendo y respondiendo a todas las víctimas del conflicto, como ha sido la obsesión de mi gobierno.

Mañana 9 de abril es precisamente el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas.

El mejor homenaje que podemos hacer a las millones de víctimas de la violencia es asegurarnos de que, en el futuro, NO HAYA MÁS VÍCTIMAS, que no haya más conflicto, que no haya más sangre ni más lágrimas: QUE CONQUISTEMOS LA PAZ.

Mañana habrá una serie de marchas para apoyar este propósito.

Yo personalmente me haré presente temprano en la mañana en el Monumento a los Héroes Caídos en Acción y marcharé hasta el Centro de Memoria Histórica, y por la tarde estaré en Medellín, en un evento en homenaje a las víctimas.

Estas marchas no tienen dueño. LA PAZ NO PUEDE TENER DUEÑO.

La paz tiene que ser de todos los colombianos, y por eso invito a todos los colombianos a que apoyen la búsqueda de la paz.

Volviendo al tema del proceso, además de lograr acuerdos en los cinco puntos de la agenda, hay que establecer un sistema eficaz de garantías y verificación para que cada quien tenga tranquilidad: LO QUE SE FIRMA, SE CUMPLE.

De eso se trata la agenda de La Habana: de sentar las bases para la construcción de una verdadera paz.

La cuarta condición es que todo lo anterior se comienza a implementar de manera simultánea con la firma de un acuerdo final, incluyendo la dejación de armas de las FARC.

Mientras tanto, nada cambia.

Como he dicho tantas veces, NO HABRÁ UN CESE AL FUEGO.

Sé que para muchos es difícil entender que persistan las hostilidades en medio de las conversaciones. Pero un cese no es otra cosa que un despeje en todo el territorio nacional.

Y la experiencia nos ha demostrado que los ceses y los despejes son aprovechados por la guerrilla para fortalecerse, en lugar de trabajar en el logro de acuerdos.

Tenemos que aprender de la historia. No vamos otra vez a cometer ese error.

Nuestras Fuerzas Militares y nuestra Policía están motivadas y fortalecidas. No han cesado ni cesarán un solo instante su ofensiva contra el terrorismo y la criminalidad, ni desistirán de cumplir con sus obligaciones constitucionales.

Cualquier fórmula para la terminación del conflicto tendrá que partir del reconocimiento al inmenso sacrificio patrio que día tras día han hecho y hacen nuestros soldados y policías. Es gracias a ellos que hoy podemos hablar de paz.

Pero el conflicto tiene que terminar y, como toda guerra, terminará con un acuerdo, que es lo que buscamos en La Habana.

Es normal que los colombianos seamos escépticos, después de tantas decepciones.

Pero lo cierto es que el proceso va bien.

Se está trabajando con paciencia y perseverancia en la redacción de un acuerdo como nunca antes se había hecho con las FARC.

Es un trabajo difícil; es un trabajo complejo.

Dejemos entonces a las delegaciones trabajar en La Habana sin tanta especulación. Si se mantiene el ritmo de las últimas semanas, es perfectamente posible concluir el trabajo en meses.

En todo caso, cualquier acuerdo que resulte tendrá que ser refrendado, es decir, aprobado por el pueblo colombiano.

A la comunidad internacional, muchas gracias por su contundente apoyo.

A la Cruz Roja Internacional muchas gracias por facilitar, por ejemplo, que en estos días se haya podido fortalecer la mesa en La Habana.

Esto debe ayudar a darle más agilidad y eficacia a las conversaciones.

A los enemigos de la paz les digo: en lugar de envenenar el proceso, en lugar de difundir mentiras —como la de que habrá paz con impunidad, pues ni siquiera se ha hablado del tema—, mantengan la cordura.

En su momento, también ustedes podrán hacer uso de su derecho democrático de votar a favor o en contra del acuerdo.

Yo estoy seguro de que SOMOS MÁS los que queremos la paz.

Si tenemos éxito, habremos eliminado el obstáculo de la guerra, el mayor obstáculo para el progreso de Colombia y de los colombianos.

LA PAZ NO PUEDE NI DEBE DIVIDIRNOS. Buscar la paz es un imperativo para cualquier sociedad civilizada.

Es tiempo de creer en nosotros, de creer que nuestro país no está condenado, ¡ni puede estar condenado!, a otro medio siglo de violencia.

Busquemos la unidad y no la división. Busquemos los consensos y no los enfrentamientos.

Jorge Eliécer Gaitán dijo en su famosa “Oración por la Paz”:

“Amamos hondamente a esta nación y no queremos que nuestra barca victoriosa tenga que navegar sobre ríos de sangre hacia el puerto de su destino inexorable”.

¡NO MÁS RÍOS DE SANGRE! Pongámonos de acuerdo para que dejen de correr por nuestro suelo.

Los invito a que nos sintamos orgullosos de la gran nación que somos.

UNIDOS no hay desafío que no podamos superar, no hay problema que no podamos resolver, no hay límites para hacer realidad el inmenso potencial de nuestro país.

UNIDOS —colombianos— podemos construir un país más justo, un país más moderno, un país más seguro… ¡UN PAÍS EN PAZ!

Buenas noc