“La Copa del Mundo comienza el jueves en Brasil, pero no hay necesidad de esperar la emoción y el drama — el festival de la disidencia ya ha comenzado”, escribe Jules Boykff en The Guardian.
“Sólo en la última semana, activistas del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo han marchado al estadio de São Paulo donde el anfitrión Brasil se enfrentará a Croacia en el partido inaugural del torneo. En Brasilia, los disidentes indígenas se enfrentaron con la policía antidisturbios que no vaciló en usar generosamente los gases lacrimógenos. Para los millones de nosotros que desde lejos vemos el Mundial — y sus consiguientes protestas — este es el momento de centrar nuestra atención en el plutocrático titiritero detrás de todo el proceso: la FIFA”, agrega.
“La FIFA es el 1% del 1% global, la niña de los ojos de Thomas Piketty. Y para una organización sin fines de lucro, es un negocio demasiado rentable: el grupo con sede en Zurich se alista a embolsillar US$4.5 mil millones por solo esta Copa del Mundo, muy por encima de sus expectativas iniciales. Y con Brasil preparándose para acoger los Juegos Olímpicos de 2016, no podemos permitir que la FIFA establezca un ejemplo de grandes espectáculos deportivos convertidos en deplorables desastres económicos y sociales”.
Foto cortesía abode of chaos via flickr
