La derrota de HillaryAmy Chozick publica en el New York Times un análisis de los garrafales errores que cometió la campaña de Hillary Clinton, enormes meteduras de pata que condujero a la derrota de Hillary Clinton. Excerptos.

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A medida que fue quedando claro el martes por la noche que la Sra. Clinton perdería ante Donald J. Trump, los partidarios de la candidata comenzaron a culpar a todos, desde los medios de comunicación al director del FBI por haber perseguido sin tregua a la Sra. Clinton por sus correos electrónicos personales, y a una profunda incomodidad con elegir a una mujer como presidenta.

Pero una vez se fue asentando el polvo, los demócratas identificaron dos problemas centrales de la defectuosa candidatura de la Sra. Clinton: sus décadas en Washington y los discursos pagados que ella pronunció a las instituciones financieras le impidieron aprovechar la rabia contra el establishment y Wall Street.

Además, ella abandonó a los votantes de clase obrera blancos que apoyaron a Clinton en 1992. Aunque ella nunca hubiera ganado ese grupo demográfico, su marido insistió a sus ayudantes de campaña que hicieran un mayor esfuerzo por intentar reducir el apoyo del Sr. Trump entre estos votantes. Ellos declinaron, razonando que sería más conveniente dirigirse a los votantes suburbanos educados en la universidad atacando al Sr. Trump por su temperamento.

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A fin de cuentas, la simple promesa del Sr. Trump de “Hacer a América Grande Otra Vez”, una frase pegajosa que la Sra. Clinton descartó como un intento de regresar a un pasado racista que desapareció hace mucho, arrastraría suficientes estadounidenses blancos para compensar por su bajo apoyo entre las minorías.

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La Sra. Clinton tenía planeado culminar su campaña de 19 meses con una elaborada celebración de su victoria la noche del martes, incluso con confeti en forma de astillas de cristal que caerían del techo de cristal del centro de convenciones Jacob K. Javits en midtown Manhattan, una extravagante producción para marcar una noche histórica.

En vez, un discurso organizado a las carreras en un hotel de mala muerte, fue el sitio donde la señora Clinton pronunció su discurso aceptando su derrota, declarando que el país está “mas profundamente dividido de lo que pensábamos”.

“Esta pérdida duele”, dijo. “Pero por favor nunca dejen de creer que vale la pena luchar por lo que se debe”.

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Las debilidades de la candidatura de Hillary Clinton, según la Sra. Dunn y otros líderes demócratas dijeron el miércoles, fueron más que demográficas. A pesar de que ella y los grupos externos recaudaron 500 millones de dólares para enfrentarse al Sr. Trump con la infraestructura en el terreno más sofisticada que se ha visto en la política moderna, una que abarcó los barrios de Orlando, Florida, las iglesias negras de Carolina del Norte y los casinos de Nevada, su campaña parecía más un repudio del Sr. Trump que la propia visión positiva de la Sra. Clinton para el país.

Su campaña sufría de contradicciones y desafíos inherentes. Quería hacer historia siendo la primera mujer presidenta, pero no quería agitar el tema tanto que asustara a los hombres. Ella prometió ayudar a la gente humild, pero aceptó millones de dólares por su discursos a Wall Street. Ella quería unir al país, pero ella sufría de un número obstinadamente elevados de votantes que no le tenían confianza o no gustaban de ella.

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La campaña de la Sra. Clinton probó 84 diferentes consignas. […]

Pero el Sr. Jacobs y otros directivos de la campaña de Clinton pensaron que ella era la mensajera errada para conectarse con el electorado del Rust Belt [el cordón industrial en desgracia] sobre temas como los tratados de libre comercio, que ella anteriormente había apoyado.

“En 2000 y 2008, el electorado de la clase trabajadora la había visto como su paladín — eran el centro de su apoyo”, dijo Mark Penn, estratega central de la campaña Clinton en 2008. “Para el 2016, los temas de comercio, salarios estancados y la inmigración se habían acumulado, y Trump las estaba explotando exitosamente en contra de ella”.

La situación empeoró en septiembre, cuando la Sra. Clinton describió a los partidarios de Trump como un “cesto de deplorables”. Después dijo a un asesor que ella sabía que “he metido la pata”.

Artículo en inglés