El uso sin precedente de un robot para transportar y detonar una bomba al sitio donde se escondía el francotirador de Dallas abre una nueva era, la del robot policía, que es en realidad otro aspecto de la militarización de las autoridades estadounidenses.
Una nota en Defense One por Patrick Tucker discute los avances tecnológicos que lo hacen posible y los dilemas éticos que presenta.
Sobre la tecnología, dice que las fuerzas armadas han logrado acumular amplio conocimiento en el uso de robots en situaciones de combate, aunque hasta el momento se han limitado ante todo a labores tales como el retiro de bombas. Sin embargo, ahora han comenzado a armar unidades de infantería con robots livianos.
Uno de los primeros robots militares, PackBot, cuesta alrededor de US$100,000 cada uno, lo cual es bastante elevado, dice. Pero reducciones en el costo de procesamiento y avances en la impresión de 3D, podrían impulsar una caída de los precios.
Igualmente, la tecnología avanza a pasos agigantados: Hoy en día la cámara de un teléfono es muy superior a la de los primeros PackBots, señala.
Debido a que el excedente militar del Pentágono se distribuye entre los departamentos de policía locales, muchos robots comenzarán a encontrar camino a los centros urbanos de EUA. Tal como cada vehículo patrullero hoy día tiene un computador portátil y una cámara, en un futuro cercano, podría tener un robot.
Sobre el aspecto ético, el autor indica que hay que establecer reglas muy claras respecto al protocolo para usar máquinas contra seres humanos. Algunos creen que la distancia entre el agente y el sospechose puede enfriar la situación; otros que deshumanizan el proceso.
