Antígona y su madre Yocasta, reinas de Tebas, Grecia, donde también gobernaron Harmonía, Nicteis y Antíope; Hatshepsut y Cleopatra, dos de las grandes reinas-faraón egipcias; Eurínome, diosa de todas las cosas; Deméter, Atenea, Venus y Eva; e incluso la Coatlicue y Coyolxauhui, que sumó a la lista Carlos Fuentes, son piezas clave en el amplio estudio que Alejandro Carrillo Castro ha escrito sobre el sistema matrilineal y su paso al sistema patrilineal.
Esa profunda investigación salió primero en forma de ensayo cultural, sociológico, histórico y económico titulado El dragón y el unicornio, un trabajo de 331 páginas que ya va en su tercera edición con prólogo de Carlos Fuentes; luego fue obra de obra de teatro al estilo griego: El rey Creón, que ha sido montada en varias ocasiones bajo la dirección de Roberto D’Amico; y hace unos meses llegó a la narrativa a través de la novela El ocaso de las reinas.
El punto de arranque y tesis de todos los proyectos literarios de Alejandro Carrillo, actual director general de la Fundación Miguel Alemán A. C., ha sido, afirma en entrevista con EL UNIVERSAL, revisar el paso que se da a un sistema de organización patrilineal; de cómo la mujer era el centro que justificaba todas las situaciones familiares y de poder y cómo se transforma en un poder patrilineal en donde el padre pasa a ser el centro del mundo cultural”.
Y justo esa es la gran aportación que Carlos Fuentes celebró del trabajo del abogado y doctor en Administración Pública: “Carrillo Castro ofrece un vasto y convincente panorama histórico y cultural al respecto. El matriarcado, al cabo, es sólo un posible molde de organización, el basado en las relaciones de parentesco o consanguíneas dominadas por la madre”.
En el prólogo de El dragón y el unicornio, Fuentes afirma que el apasionante estudio de las relaciones de sangre de Alejandro Carrillo confirma que “la madre original es el fundamento de la sociedad original, porque puede aparecer como el único ser humano comparable a la naturaleza misma, capaz de fecundarse por sí sola, dueña de la prueba del vientre: Este hijo lo parí yo”. Ese prólogo fue el impulso que Carrillo Castro necesitaba para escribir y publicar en 1996, este ensayo producto de una investigación de más de 25 años que arrancó cuando el abogado y administrador público leyó El lenguaje olvidado, un pequeño libro de Erich Fromm, quien por cierto conocía porque era amigo de su padre, el político y diplomático Alejandro Carrillo Marcor, quien además fue gobernador de Sonora.
Carrillo Castro asegura que su revisión, que si bien en algunos momentos aterriza en la tradición occidental, particularmente en la parte de España, en realidad es “un punto de vista sobre cómo se fue conformando lo que se llama actualmente sistema patriarcal, donde el padre es el centro político, económico, sociológico y religioso; abarco desde el origen en Mesopotamia, donde se registra el primer paso de una diosa a una dios, de la Diosa Team Ak al Dios Marduk y después lo que ocurre en la organización egipcia donde pasa de Isis, como la diosa central, a una trilogía”.
En su ensayo, el abogado que fue representante permanente de México ante la Organización de Estados Americanos en Washington asegura que el gran quiebre del sistema matriarcal se dio en la civilización griega, donde pasan de una gran diosa que no necesitó ningún dios para tener a sus hijos a un dios como Zeus que no necesitó a ninguna diosa para tener a su hija, la tuvo del cerebro.
Alejandro Carrillo Castro confirma que la civilización occidental es patriarcal y llega a la conclusión de que en todo el mundo se necesita de la equidad de género.
El administrador público que fue profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales durante tres décadas y es autor de una larga lista de libros sobre administración pública, tiene planeadas dos novelas más para continuar con el tema: una sobre Clitemnestra y Orestes y la otra sobre Medea y Jasón.
EL UNIVERSAL
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Ilustración: Antigone por Frederic Leighton, 1882; Wikipedia