Tuscaloosa, Alabama — Los resultados de la elección especial para el Senado el 11 de diciembre en el sureño estado de Alabama dejan de manifiesto el enorme poder político de la mujer afroamericana en EUA, quien desde el día en Rosa Parks se negó a ceder su puesto a un blanco en un autobús, ha estado al frente de la lucha en contra de la discriminación y el racismo.
Fue gracias a la movlización masiva a favor de mujeres negras a favor de Doug Jones que el candidato demócrata logró derrotar al ex juez Roy Moore, un extremista religioso de la ultraderecha, acusado de pedofilia y quien habló con nostalgia de los buenos días de la época del esclavismo.
El resultado fue estrecho pero decisivo, en un estado donde se siente la constante presencia del fundamentalismo religioso, los llamados evangélicos, que funcionan bajo las toldas del partido republicano, y se autodenominan “conservadores”, etiqueta que no es más lenguaje en código para escasamente disimular el racismo.
Doug Jones, conocido fiscal federal que en 2002 había enjuiciado y encarcelado a dos miembros del Ku Klux Klan responsables por el atentado dinamitero que en 1964 dejó un saldo de cuatro niñas muertas en una escuela en Birmingham. Ganó gracias al voto de las mujeres negras.
Con 90,000 habitantes, Tuscaloosa es la quinta ciudad del estado de Alabama, donde en los años 60 se vieron las escenas más macabras y a la vez heroicas del movimiento pro derechos civiles.
Gran parte de la actividad económica gira en torno a la prestigiosa Universidad de Alabama y el football, deporte que para muchos es religión. Tuscaloosa, igual que el resto de los centros urbanos de EUA, tiene una población diversa, donde blancos y negros se mezclan con inmigrantes de otras partes de EUA y del mundo.
El contacto con gente diferente ha creado un sentido de respeto mutuo, tolerancia y enriquecimiento social, y cultural.
Pero basta con salir de la periferia de esta ciudad, para toparse con otro país.
Alabama rural. Allí es obvio el descontento económico, político, religioso, racial.
Y este segmento forma la base política de Donald Trump. Un porcentaje elevado lo forman veteranos de las guerras que se inciaron en 2001 en Irak y Agfanistán. Alabama tiene alrededor de 400,000 militares desmovilizados
Gran parte son mbres blancos de entre 35 y 50 años, veteranos de estas guerras, que han traído consigo las secuelas psicológicas del conflicto y han sido incapaces de integrarse a una sociedad en proceso cambio.
Son muy fáciles de distinguir a simple vista. Su mera presencia dice quiénes son y cómo piensan. Andan en camionetas pickup, visten ropa de trabajo, con chaquetas de camuflaje (militar o de cacería). Su cacucha forma parte del “uniforme”. Igual que las gafas negras tipo militar. Están pasados de libras. Barbudos. Tatuados.
A ellos les ha hablado Donald Trump desde que ganó la elección 2016, logrando manipular el resentimiento hacia extranjeros, políticos y multimillonarios. Ellos forman el 33% del país que le siguen apoyando, en momentos en que muchos de sus antiguos aliados políticos se distancian de él.
Esta es la audiencia que enriquece los noticieros por cable, por radio, por internet — donde se turnan los demagogos, con su discurso agresivo, racista, paranoico.
Es la audiencia que anda convencida de que la investigación a Donald Trump es una cacería de brujas, que las acusaciones de colusión con Rusia carecen de fundamento, que todos los problemas de EUA los creó la administración Obama, que Trump les va a beneficiar económicamente.
Es la audiencia en la votación del 11 de diciembre prefirió ser representada por un depredador sexual como Roy Moore en vez de alguien de ideas más inclusivas, como Doug Jones, a quien ellos peyorativamente llaman “liberal” — con igual desprecio que si fuese un enemigo.
Este segemento social — con pocos estudios, de limitados ingresos y oportunidades — no parece enterarse de que sido dejado de lado por la ley de reforma del sistema tributario, que el congreso está a punto de aprobar.
La nueva ley beneficia a Wall Street, recortando generosamente los impuestos de las grandes corporaciones, lo cual a su vez aumentará el déficit fiscal, y obligará recortes a programas sociales. Y esto puede tener serias implicaciones para los partidarios de Donald Trump. No solo aquí en Alabama, sino además en el resto de las comunidades rurales de EUA.
Pero a diferencia del bloque electoral conformado por las mujeres afroamericanas, que a través de los años han sabido votar en defensa de sus intereses, la base social de Donald Trump sigue con la cabeza llena de las cucarachas que les alimentó un maestro manipulador de un programa de TV Realidad.
Otra semana que pasó en EUA.
Carlos F. Torres
Director, El Molino Online
Tuscaloosa, Alabama, 12/17/2017