LudwigDisculpas a granel.

Vergüenza colectiva.

Un público engañado.

Un patinador deprimido.

Este es el legado del caso de Mamoru Samuragochi, el presunto compositor japonés sordo, que ha resultado ser un fraude cuando se supo que había contratado a un compositor para que escribiera la música que por dos décadas le elevó a las cúspides de la fama y ganó el nombre del “Beethoven japonés” de la era digital.

Según la leyenda que compró un público incauto, después de caer completamente en la sordera, Samuragochi siguió escribiendo.

Una de sus obras de mayor resonancia fue su Sinfonía No 1 “Hiroshima” en tributo a las víctimas del holocausto atómico de 1945, dice una nota de la AFP publicada en The Guardian.

En el 2001, la revista Time magazine le entrevistó: “Me escucho al confiar en mi sentido del oído interno — creo que algo más verdadero. Es como una comunicación desde el corazón. Quedarme sordo fue una bendición de Dios”.

El año pasado, The Guardian, un documental de NHK le muestra visitando las áreas destruidas por el tsunami en Tohoku. 

En el documental llamado “Melodía del Alma”, Samuragochiaparece escribiendo un Requiem para la madre de una niña muerta, conmovedora escena que disparó las ventas de su sinfonía Hiroshima.

Pero ahora, en una declaración de prensa donde se disculpa, dice que todo el trabajo era obra de otro compositor, contratado por él, que hasta el momento permanece anónimo.

Ello afecta la presentación en los juegos olímpicos de Daisuke Takahashi, cuya rutina de patinaje era acompañada por una sonatina atribuida a Samuragochi.

¿Habrá harakiri?

Artículo en inglés

Imagen: Wikipedia