Grace KellyPor Gustavo Noriega, para LA NACION — Ya se ha dicho y escrito todo sobre Hitchcock. Se lo ha calificado un millón de veces como “el maestro del suspenso” y otras tantas se respondió que definirlo así era limitarlo. La última de sus películas ( Frenesí ) ya tiene cuarenta años y su período inglés data de hace más de siete décadas. Medio siglo atrás, se convertía en el primer director de cine de fama mediática, que funcionaba como una marca registrada con un logo característico: la silueta de su perfil desplegando su prominente labio inferior.

A pesar del tiempo transcurrido, las películas de sir Alfred siguen funcionando perfectamente. Hitchcock sigue provocando diversión porque para él, además de un trabajo de ingeniero cuidadosamente planeado, el cine era un juego gozoso. De la misma manera en que para Borges el lenguaje era un juego de posibilidades infinitas, Hitchcock usaba las herramientas del cine -montaje, cámara, actores, luz, música- como piezas de un rompecabezas gigante. La consigna que vertebraba su método era tomar al espectador de las narices y no soltarlo hasta la última escena.

La obra de Hitchcock funciona como un gran manual de cine. Si se quieren conocer los secretos del montaje, no es hay más que ver la escena de la ducha de Psicosis (1960). Si se quiere reflexionar sobre el uso del color, ahí está Vértigo (1958), considerada en la última votación del British Film Institute como la mejor película de la historia. Si se quiere experimentar el plano secuencia, es ineludible La soga (1948). Si se quiere apreciar el uso de la música como elemento dramático, basta escuchar cualquiera de las películas en las que participó Bernard Herrmann, especialmente, la ya mencionada Vértigo . Si se quiere saber cómo una película de terror puede ser efectiva renunciando explícitamente al uso de la música (algo que el 90 por ciento de los exponentes contemporáneos del género serían incapaces de hacer), basta con ver Los pájaros (1963). Si lo que interesa es el argumento de la película y resulta atractiva la idea de una persona ordinaria arrastrada a situaciones extraordinarias que no comprende, cualquiera de las películas de Hitchcock califica. Y si alguien quiere leer sobre los mecanismos del cine, es ineludible el encuentro con el libro de conversaciones entre Alfred Hitchcock y François Truffaut, un texto iluminador.

NOVEDADES

Cuando todas sus películas ya fueron vistas y todos los textos han sido escritos, aparecen al mismo tiempo dos películas sobre “el Maestro”, las dos haciendo foco en la tormentosa relación que mantuvo con algunas de sus actrices protagonistas. Una, producida para la televisión por HBO en coproducción con la BBC, anunciada para octubre, se llama The Girl (La chica) y tiene a la bella Sienna Miller que interpreta a Tippi Hedren, la actriz que sufrió el maltrato de Hitchcock durante el rodaje de Los pájaros . La otra es una gran producción por ser estrenada en los cines a comienzos de 2013. Se llama simplemente Hitchcock , cuenta sobre el rodaje de Psicosis y presenta a Anthony Hopkins como el director, a Scarlett Johansson como Janet Leigh y a Jessica Biel como Vera Miles.

El tema de estas dos películas ya había llamado la atención de los historiadores. Es conocida la obsesión del inglés por las rubias gélidamente sexies y ha sido objeto de muchas investigaciones, en especial del biógrafo Donald Spoto, autor de dos libros dedicados al tema. El primero es su obra clásica, El lado oscuro de un genio (1983), en el que, en un recorrido a lo largo de su filmografía, describió los maltratos a los que el director sometió a aquellas actrices que fueron objeto de su deseo y resistieron sus avances. Luego, en 2008, escribiría más específicamente sobre esas relaciones en un libro llamado Spellbound by Beauty (Hechizado por la belleza).

El ideal de mujer de Hitchcock era una rubia fría, pero sexualmente atractiva, distante y a la vez sugestiva. Nadie mejor para representar ese papel que la bellísima y elegante Grace Kelly. Hitchcock filmó dos películas con ella: La ventana indiscreta (1954) y Para atrapar al ladrón (1955): Grace logró mantener una distancia insalvable para el director, que la respetaba y admiraba en silencio, paralizado, como el personaje que hacía James Stewart en La ventana indiscreta , que tenía una pierna enyesada y miraba impotente por la ventana cómo se cometía un crimen en el edificio de enfrente. De allí en adelante, Hitchcock abandonaría esa parálisis y reconvertiría su pasión reprimida en impulsos perversos, a menudo, en el mismo set de filmación.

Los episodios de Vera Miles (protagonista de El hombre equivocado y coprotagonista de Psicosis ) y de Tippi Hedren (protagonista de Los pájaros y Marnie, la ladrona ), bases de las dos películas anunciadas, son paradigmáticos. En ambos casos, las actrices fueron agasajadas con ropa, flores, notas, reuniones a solas, consejos, sugerencias. Vera Miles no solo no recibió con agrado sus gestos sino que, para disgusto de Hitch, rechazó el protagónico de Vértigo por estar embarazada. “Iba a convertirse en una verdadera estrella con este film, pero no pudo resistir al Tarzán de su esposo. ¡Debería haber tomado la píldora de la jungla!”, dijo el director, decepcionado. Su reemplazo fue la explosiva Kim Novak a, quien el director nunca le reconoció méritos en la película, como si no le perdonara haber ocupado el lugar de la mujer que él deseaba.

Tippi Hedren, por su parte, pagó su indiferencia recibiendo un tratamiento cruel en el plató. Hedren, madre de una niña que llegaría a conocerse años más tarde con el nombre de Melanie Griffith, rechazó los embates del director. Como castigo, tuvo que soportar el rodaje de la escena con el famoso ataque de los pájaros que se desarrolló a lo largo de nada menos que seis días. Quedó tan herida y shockeada por el abuso físico ocasionado por los animales que tuvo que suspender el rodaje durante una semana por prescripción médica.

El material para las dos películas no puede ser más atractivo: gente famosa, obsesiones tortuosas, sexo y violencia en el marco del mundo del cine. Sin embargo, la película que mejor cuenta la pasión enfermiza de un hombre por una mujer, sus deseos de modelarla, de vestirla y desvestirla, de convertirla en su perfecto objeto de deseo, de manipularla hasta el punto de perder la cabeza, ya está filmada. La hizo el propio Alfred Hitchcock en 1958 y se llama Vértigo .

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