La semana que pasóNo había terminado EUA de reponerse del festín de Thanksgiving, ni muy probablemente de las broncas familiares que estallan en en este festejo, cuando llegó la noticia del fallecimiento de Fidel Castro, líder de la revolución cubana, que desde 1959 desafió al imperio norteamericano.

Los portales de noticias informaron, publicaron obituarios preescritos, reencaucharon imágenes históricas, y se habló durante horas del latinoamericano que más impacto ha tenido en el planeta desde que a Latinoamerica se le llama así.

En Miami, en medio de la comunidad exiliada — que durante años venía esperando la muerte del hombre cuyo nombre siempre va acompañado de epítetos como “tirano”, “déspota”, “asesino”, “criminal” — se ha disparado una orgía de júbilo, con miles de personas en las calles celebrando.

Viniendo de una comunidad altamente religiosa, en su mayoría cristiana, esta reacción a la muerte de un ser humano podría ser difícil de comprender para muchas personas, razón por la cual destacados miembros de la exitosa comunidad cubano-americana — músicos, periodistas, actores, políticos — han justificado, aludiendo a los “crímenes” cometidos por Fidel Castro.

La reacción del Presidente Obama, el hombre cuyo gobierno normalizó relaciones con Cuba, ha sido bastante más moderada. En un mensaje reconoce los avances diplomáticos que han logrado ambas naciones y señala que corresponde a la historia juzgar a Fidel Castro.

Donald Trump, el presidente electo, por su parte, emitió un comunicado muy similar en tono al sentir que han articulado muchos cubanos americanos en EUA.

Donald Trump sigue embebido en el proceso de transición, comunicándose con el pueblo estadounidense mediante videos que cuelga en YouTube. Se han reportado de fricciones en su equipo y cada posible nombramiento ha sido atacado inmediatamente por la prensa pro Hillary, con tal intensidad que poco a poco van perdiendo efecto.

De lo que no cabe duda es que los supremacistas blancos — que ahora se hacen llamar el “alt right” para diluir su efecto racista — han celebrado la victoria de Trump, con bombos, platillos, discursos y saludos al estilo nazi.

Trump los ha denunciado.

Trump también ha denunciado el recuento de votos en el estado de Wisconsin, y posiblemente otros estados, que inició Jill Stein, candidata del partido verde, con financiamiento recaudado. La campaña de Hillary Clinton se ha pronunciado a favor del proceso.

Partidarios de Hillary Clinton también piden a los miembros del colegio electoral que se nieguen a votar por Trump.

Patadas de ahogado.

Los derrotados demócratas no han dicho demasiado recientemente, fuera de criticar a los republicanos, comprometerse (por enésima vez) a luchar en defensa de los derechos de mujeres y minorías que la nueva administración promete recortar.

Nancy Pelosi, líder de la bancada demócrata a la Cámara de representantes desde 2002 y quien ha visto encogerse su base de poder, ha pospuesto la elección para su cargo. Ella enfrenta cierta oposición; pero sigue gozando del apoyo del oficialismo.

Bernie Sanders sigue movilizando con su movimiento OurRevolution,

Otra voz de los demócratas que se escuchó esta semana ha sido la de Cory Booker, el carismático ex alcalde de Newark, quien ha pedido al Departamento de Justicia que investigue las tácticas empleadas por las autoridades de Dakota del Norte contra los manifestantes que protestan la construcción del oleoducto Dakota Access Pipeline.

Totalmente militarizadas, con cascos y escudos, armados hasta los dientes, usando granadas de aturdimiento, cañón de agua en las gélidas temperaturas, balas de hule y perros furiosos, cientos de policías públicos y privados no han logrado parar las protestas contra la construcción. Las protestas llevan desde comienzos del verano.

Se conjugan en esta lucha varios elementos. La militarización de las fuerzas policiales en EUA — que escandalizó al mundo civilizado cuando reprimieron a las comunidades negras enfurecidas por los asesinatos por la policía; la destrucción del medio ambiente, con la construcción de oleoductos que cruzan al país de norte a sur y de este a oeste; el racismo contra las comunidades indígenas, los primeros americanos que han sido víctimas de un genocidio.

También muestran el poder de la solidaridad, que además de movilizar a cientos de comunidades indígenas, ha atraído personalidades como Jane Fonda, estudiantes, periodistas, activistas pro medio ambiente y más recientemente decenas de veteranos de las interminables guerras de EUA.

Otra semana que pasó en EUA.

Carlos F. Torres, Director El Molino Online

 

Carlos F. Torres
Director, El Molino Online
New York, NY 11/27/2016