Monumento Tortura RecifePoco antes de salir en su gira por varios países incluyendo EUA e Israel, el presidente de Brasil Jair Bolsonaro sacudió la conciencia del mundo al reivindicar la dictadura militar del Brasil (1964-1985) que se destacó por el uso discriminado del terror contra la disidencia. Jugó también un papel clave en el programa impulsado por la CIA conocido como Plan Condor contra insurgentes en el cono sur de América. Ernesto Londoño, Shasta Darlington y Leticia casado publicaron la siguiente nota en el New York Times en español. Excerpto.

BRASILIA — El presidente Jair Bolsonaro exhortó esta semana a las fuerzas armadas a “conmemorar” el 55 aniversario de un golpe que instauró una dictadura militar brutal en Brasil, lo cual generó un acalorado debate sobre el legado de esa era de represión.

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Bolsonaro, un capitán retirado del ejército que compitió por la presidencia con una plataforma de ultraderecha, ha sido desde hace tiempo un apologista del gobierno militar de Brasil, y ha calificado al golpe que derrocó a un presidente de izquierda el 31 de marzo de 1964 como una victoria contra el comunismo.

Hasta hace poco, su opinión era poco convencional. El régimen militar que siguió al golpe apeló a la censura y el aparato de seguridad represivo para mantener el control durante veintiún años, en los que torturó y asesinó a cientos de sospechosos de ser disidentes. Tres de los presidentes de Brasil desde que el país regresó a la democracia a mitad de la década de los ochenta se han opuesto a los militares, y ellos mismos fueron exiliados, encarcelados o torturados por eso.

No obstante, la presidencia ha dado a Bolsonaro una poderosa plataforma para impulsar una versión revisionista de esa era en la cultura dominante.

Algunos miembros de su gobierno dijeron que la postura del presidente era una ruptura refrescante para una perspectiva dogmática sobre el pasado. “Veo esto como un debate saludable”, dijo Ernesto Araújo, el ministro de Relaciones Exteriores de Bolsonaro, en una entrevista el 29 de marzo. “Es saludable para una sociedad que discuta su pasado y su futuro de una manera franca”.

Sin embargo, para muchos otros brasileños, esto reabrió un capítulo doloroso y sin resolver en la historia del país. Políticos, activistas de derechos humanos e historiadores pronunciaron duras críticas. La Procuraduría General emitió un reproche extraño, y mordaz, por escrito.

“El golpe de 1964, sin ninguna posibilidad de duda o revisionismo de la historia, fue una ruptura violenta y antidemocrática del orden constitucional”, dijo el comunicado del procurador general.

El anuncio de Bolsonaro y el momento que eligió para hacerlo ha tensado aún más su ya tirante relación con el Congreso, y varios legisladores se manifestaron en su contra esta semana.

Sérgio Moro, el ministro de Justicia de Bolsonaro, llamó en 2017 a la “dictadura militar” como un “gran error”. Sin embargo, esta semana, el exjuez federal se rehusó a decir si los términos “golpe” y “dictadura” eran históricamente precisos.

Aunque los líderes militares gobernaron de una forma “autoritaria”, dijo, “lo que realmente importa es que hemos recuperado la democracia”.

Líderes militares sénior parecían ansiosos por restarle importancia a la controversia, y el Ministerio de Defensa no dijo cómo las unidades militares de todo el país conmemorarían la fecha.

Fernando Azevedo e Silva, el ministro de Defensa, dijo que “conmemoración” tal vez no era la palabra adecuada, pero argumentó que marcar el evento de manera oficial era importante porque “más jóvenes necesitan conocer qué ocurrió en esa fecha, en esa era”.

Con escasa o nula rendición de cuentas para los que cometieron abusos a los derechos humanos en Brasil, algunas víctimas buscaron justicia en el extranjero.

Artículo completo en el New York Times en español

Imagen: Homenaje a las víctimas del terror militar