Al escuchar el fallo de un jurado en New Jersey, Americo Lopes lloró diciendo que le han robado.
El jurado obligó a Lopes compartir con cinco compañeros de trabajo en la industria de la construcción más de US$17 millones de la lotería que ganó en noviembre del 2009.
Los compañeros habían llevado el caso a los tribunales alegando que entre todos habían comprado el boleto ganador.
Lopes lo negó.
Comenzó el drama de traición un día en noviembre del 2009, escribe James Barron en el New York Times. Lopes recolectó el dinero de su grupo y fue a comprar un boleto para el sorteo Mega Millions: hizo igual que muchos compañeros de trabajo.
Al darse cuenta de que habíaUS$38.5 millones, no dijo nada. (El premio gordo en aquella ocasión fue de US$77 millones, con dos ganadores).
El solito contactó las oficinas de la lotería, canjeó el boleto, pagó los impuestos, y recibió un cheque por US$17,433,966.
Luego, les dijo a sus compañeros de trabajo que tenía que operarse un pie y renunció a su puesto.
Sus compañeros de trabajo, agrega el Times, no se enteraron por meses que la suerte les había sonreído pero que el muy avivato estaba intentando robarles.
No se quedaron con los brazos cruzados y optaron por los tribunales.
¿La defensa de Lopes? Que él si había comprado boletos para el grupo, pero también había comprado uno para sí mismo. Fue éste el que ganó.
Dice el Times que durante el juicio, Lopes negó haber tenido amistad con sus ex compañeros, no obstante el que hubieran compartido bautismos y otras celebraciones juntos.
Los cinco estarán bebiendo champagne.
El avivato seguirá llorando.
