Azam Ahmed y Ernesto Londoño, en una nota en el New York Times que analiza la elección en México de Andrés Manuel López Obrador, sostienen que a través de América Latina se vive un proceso de cambio, una búsqueda por nuevas opciones, impulsada por el voto de las emergentes clases medias. Traducimos apartes.
CIUDAD DE MEXICO — Las elecciones presidenciales de México, que empujaron al borde de la ruina al partido que gobernó el país por más de 70 años, fueron las últimas en una serie de derrotas abrumadoras para los partidos en el poder en toda América Latina.
Las recientes elecciones en la región han producido decisivas pérdidas para los partidos gobernantes de todas las tendencias políticas.
Pero si bien la corrupción, la violencia y la desigualdad han sido problemas importantes en cada país, ninguna ideología ni problema único explica el rechazo a la política de los establishments. Los votantes, según los analistas, simplemente están buscando nuevas opciones, o por lo menos diferentes.
Algunos países, como México, han virado a la izquierda; otros, como Colombia y Chile, hacia la derecha. A menudo, la nueva orientación se dirige en la dirección opuesta al partido gobernante, aunque no siempre, como fue el caso en Costa Rica y Ecuador.
El sentimiento generalizado de frustración con los partidos gobernantes se hizo evidente en las recientes elecciones en Chile y Colombia, donde los votantes escogieron candidatos más conservadores para reemplazar a los presidentes Michelle Bachelet y Juan Manuel Santos.
Un rechazo similar del status quo hace que la próxima contienda presidencial brasileña sea la más impredecible y fragmentada en la historia reciente.
Lo que parecen tener en común los votantes son expectativas más altas y más urgentes demandas de un buen gobierno. Las naciones latinoamericanas, cuya clase media ha crecido en las últimas dos décadas, están exigiendo más de sus líderes.
“Simplemente creo que hay una tendencia a ver a América Latina en términos de una división izquierda-derecha”, dijo Cynthia J. Arnson, directora del programa latinoamericano en el Centro Internacional Woodrow Wilson para Académicos. “Creo que la mayor división gira en torno a un buen gobierno”.
En México, la elección el domingo de Andrés Manuel López Obrador, un frugal y combativo izquierdista, sacudió un cambio político hacia la derecha que en América Latina se ha arraigado en los últimos cuatro años. El cambio se produjo con el retroceso del movimiento de izquierda que surgió en la última década, conocido como la marea rosa.
Andrés Manuel López Obrador obtuvo una contundente victoria el domingo por la noche con más del 50 por ciento de los votos, y su partido, Morena, salió notablemente fortalecido en las elecciones legislativas y estatales. La derrota fue especialmente aguda para el gobernante Partido Revolucionario Institucional, que terminó en un distante tercer puesto en las elecciones presidenciales y en las contiendas del Congreso
López Obrador pudo aprovechar la ira de los votantes ante la corrupción y la desigualdad, que algunos atribuyeron a las políticas de mercado que no lograron elevar los ingresos de la gran mayoría de las personas.
“Han tratado de mantener a la izquierda aislada durante 30 años para aplicar un modelo tecnocrático y no respondieron a las demandas sociales”, dijo Daniel Zovatto, director para América Latina y el Caribe del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral. “Ayer fue un verdadero terremoto para liberar esa presión”.