Para los pobres en Colombia, ‘la esperanza se ha perdido’. Este es el titular de una nota sobre esa nación publicada en primera plana del New York Times en su edición dominical impresa, y disponible en inglés y en español en este enlace.

Firman la crónica Julie Turkewitz y Sofía Villamil, con fotos de Federico Ríos, quienes hicieron un recorrido de 1600 kms realizando entrevistas y produciendo desgarradoras imágenes.

Extractos:

“A medida que avanzábamos, al dejar los rascacielos de Bogotá flanqueados por montañas rumbo a las regiones tropicales, quedó claro que los motores del ascenso social fallaban, ahogados por un cierre económico que comenzó en marzo y que fue más duro para los trabajadores pobres y los integrantes más vulnerables de la clase media..

“Pequeñas empresas habían cerrado para siempre. Las universidades se habían quedado sin estudiantes. Las escuelas que habían convertido a los hijos de los trabajadores de la construcción en ingenieros estaban cerca del colapso, incapaces de pagar a los profesores. Los agricultores habían quemado sus cultivos, arruinados por los mercados perturbados.

“Los adolescentes habían recurrido a la venta de drogas para alimentar a sus hermanos. Mujeres jóvenes y niñas habían sido empujadas a la prostitución para pagar las cuentas. Las madres y los padres comenzaron a racionar la medicina de sus hijos, sin saber cuándo tendrían dinero para más. Las personas ricas se retiraron a sus casas de campo, mientras que otras familias vendían sus celulares para comprar la cena”.

Para dar una dimensión humana al dolor que se vive en esa nación, destacan varios casos.

  1. Bogotá. Sandra Abello, quien trabajando como empleada doméstica logró comprar su propia vivienda en un barrio obrero, impulsando a sus hijas a estudiar. Ahora lo ha perdido todo. “Para mayo, había sido desalojada, lo que la obligó a mudar a sus hijas a un cobertizo en un asentamiento ilegal en lo alto de la ciudad”. Fue desalojada por las autoridades.
  2. Medellín. La fundación Mi Segundo Hogar, que durante años ofreció educación de calidad a precios asequibles, lo está perdiendo todo. “Técnicamente, las clases ahora eran en línea, pero solo una parte de los estudiantes podían conectarse todos los días. Muchos no tenían computadoras, o intentaban iniciar sesión a través del celular, y los datos eran caros”.
  3. Cúcuta. Una muchacha de 17 años con un bebé trae la comida como trabajadora sexual. ” Empujada a la desesperación, tomó la difícil decisión de ir a un parque local, donde los hombres comenzaron a pagarle por sexo, seis dólares por encuentro. Ahí ni siquiera era la más joven en hacerlo. Alguien tenía que traer dinero, dice, “me tocó”.

En la región oriental, encuentran que 

Quizás la imagen más impactante del retroceso de América Latina fue la carretera. Habíamos esperado encontrar rutas vacías. En cambio, kilómetro tras kilómetro, encontramos procesiones de migrantes venezolanos que arrastraban sus maletas de regreso a casa.

Antes de la pandemia, indica la nota en el Times, Colombia había registrado importantes avances en la lucha contra la pobreza absoluta. Aún así estaba años luz de la verdadera justicia social. 

“Durante años, Colombia fue un claro ejemplo de la brecha de riqueza en la región, y de las luchas para reducirla.

“La prolongada guerra contra fuerzas rebeldes surgió de la ira por la desigualdad. Las divisiones de clase están tan integradas a la sociedad que en las conversaciones informales algunas personas pobres se refieren a las más ricas como “sumercé”, una reliquia del colonialismo. Las ciudades están divididas en “estratos”, que significan la clase social de cada uno.

“Los ricos viven en el estrato seis. Los pobres viven en el estrato uno. Aquellos en asentamientos informales —que legalmente no existen— viven en lo que las personas coloquialmente llaman de ‘estrato cero’.

Articulo completo, con excelentes fotos

Desalojan familia pobre en Bogotá,
Foto Federico Ríos, cortesía NYT