Mientras que en Egipto con euforia popular se celebra la caída de Hosni Mubarak tras 30 años en el poder, y los vecinos y aliados de la más importante nación árabe analizan el porvenir, a puertas cerradas comienza la búsqueda de los miles de millones de dólares que a través de la corrupción desenfrenada acumuló la familia presidencial.

Dice Phillip Shenon en The Daily Beast que agencias de inteligencia europeas comenzaron a detectar en las últimas semanas el movimiento de enormes sumas de dinero, que alcanzarían decenas de miles de millones de dólares, a cuentas bancarias e inversiones difíciles de rastrear en el nuevo Egipto.

Agrega que estas conversaciones comenzaron antes de la renuncia de Mubarak y de que anunciaran las autoridades suizas que habían congelado las cuentas de la familia presidencial.

Cita a un funcionario: “Si llegó a tener mucho dinero en Zurich, es posible que ese dinero ya no esté. Los Mubarak no querían terminar como [Zine El Abidine] Ben Ali”, el derrocado presidente de Tunisia que escapó a Arabia Saudita con sus cofres a medio llenar.

Los cálculos de la fortuna varían, llegando unos hasta los US$70 mil millones, lo cual puede ser una exageración. Es más, agrega, es posible que ni el mismo Mubarak sepa el verdadero monto de sus haberes. Lo que no cabe duda es que son miles de millones ya que su familia recibió una generosa tajada de todas las inversiones en esa nación a lo largo de tres décadas.

Su hijo Gamal, un banquero muy occidentalizado, elegante y pulido, que pasa gran parte de su tiempo en Londres, parece haber jugado un enorme papel en esta avorazada acumulación. “Era muy común que Gamal Mubarak se acercara a cualquier negocio exitoso y dijera, ‘quiero ser socio en esta empresa'”.

Es probable que el resto de sus días Mubarak, sus familiares y varios de sus compinches, se pasen gran parte del tiempo entre abogados, tribunales e investigaciones sobre el proceder y paradero de su fortuna, señala.

Lo más seguro es que lo haga en el mismo Egipto, donde ha expresado que quiere morir, y no en el exilio como la mayor parte de los otros dictadores destituidos (Cha de Irán, Fernando Marcos), ya que de ser juzgado en el exterior los trapitos sucios que podrían salir involucrarían al ejército en el desfalco multimillonario de una nación donde el ingreso anual es de menos de US$6,000.

Respecto a las probabilidades de rescatar los pesos perdidos, dice: “Familias como los Mubarak pagan enormes sumas para asegurar que las investigaciones para encontrar su dinero no conduzcan a ningún lado”.

Artículo en inglés

Foto cortesía de bullionvault via flickr