PA-19061184-522x413“Víctimas de la persecución estatal, embajadoras con sus gorros  de tejidos que brillan a la luz del día y material para las pajas de liberales barbudos por todo el mundo, desde el 2012 las chicas de Pussy Riot han llenado tanto las celdas de la prisión como las columnas de periódicos desde 2012” escribe Digby Warde-Aldam en The Spectator para comentar (o cuestionar) la calidad musical de Pussy Riot.

“En el proceso, también se han convertido en una de las bandas más famosas del planeta. Pero permítame hacer una preguntar: ¿alguna vez ha oído hablar algo sobre la música de ellas? Y, de mayor importancia aún, ¿es buena?”

Warde-Aldam agrega. “El problema con la música Pussy Riot es que es demasiado educada. Me sentí realmente decepcionado cuando descubrí que podía tolerar más de 30 segundos de su música sin una mueca de dolor. Como con cualquier grupo de punk ambicioso a medias, el punto es ofender. Han realizado un gran progreso en este departamento con sus trucos de relaciones públicas anti Putin, pero su producción discográfica no tiene excusas”.

Artículo en inglés