La tierraPor Mariano Aguirre — La guerra en Siria, el controvertido gobierno de los Hermanos Musulmanes en Egipto, los obstáculos para la transición en Myanmar, las negociaciones de paz en Colombia, una posible intervención militar en Mali, el avance los Talibán en Afganistán, un nuevo triunfo de la ultraderecha en las elecciones en Israel, y la tensión nacionalista entre China y Japón serán algunos de los sucesos previsibles en la política internacional en 2013.

Será período marcado por el ascenso de nuevas potencias, el declive de Estados Unidos y Europa, la crisis financiera global, el descenso del número de conflictos armados y una sostenida violencia criminal en guerras no declaradas.

El nuevo año será también difícil en el terreno económico para Europa debido a las incertidumbres sobre las economías de sus países del sur, y para Estados Unidos, donde el presidente Barak Obama tratará de combinar la reducción del déficit fiscal con imponer un sistema fiscal más justo.

Pero son los hechos imprevisibles los que también definirán una nueva etapa dentro del largo período de cambios que comenzó con el fin de la Guerra Fría.

Estas son algunas de las tendencias y eventos que determinarán la política internacional en 2013.

Turbulencias constitucionales en Oriente Medio y África del Norte

Existe una gran incertidumbre acerca de los cambios en una serie de países de Oriente Medio y Norte de África. El gobierno de los Hermanos Musulmanes en Egipto se enfrentará en los próximos meses a la oposición en la calle y a una crítica situación económica. Las fuerzas armadas apoyarán al Presidente Mohamed Mursi pero marcándole límites, especialmente para que no afecte sus intereses.

El crispado debate constitucional de Egipto se reproducirá en casi todos los países, con diferente intensidad, debido a que afecta las relaciones y concepciones sobre cómo organizar las sociedades entre fuerzas armadas y poder civil, islamistas y seculares, islamistas radicales y moderados, y monarquías (en Jordania y Marruecos) e instituciones del Estado. El papel de la mujer, cómo armonizar código civiles liberales y la Sharia son dos campos en los que estas tensiones serán más agudas.

No habrá una buena solución para la guerra civil en Siria. Si el presidente Bashar al-Assad no deja el poder continuará la guerra. Pero si se alcanza un acuerdo entre el régimen y la oposición con el apoyo de Estados Unidos, Europa, Rusia, China, Turquía y Qatar para crear un gobierno de transición, éste será muy débil. La presencia de diferentes grupos armados y el carácter sectario que tiene la confrontación provocarán más violencia y una posible ruptura del monopolio del uso de la fuerza, como ocurre en Libia y sucedió en Irak luego de la caída de Sadam Husein. La violencia en Siria generará enfrentamientos sectarios en Líbano y más refugiados hacia Turquía y otros países de la región.

La casi segura victoria de la coalición de extrema derecha en las elecciones en Israel en enero de 2013 supondrá un refuerzo para la política de ocupación de tierras palestinas en Cisjordania y Jerusalén Este del primer ministro Benjamin Netanyahu. A la vez, será inminente la posibilidad de que Israel lance un ataque contra las instalaciones nucleares de Irán, con o sin el apoyo abierto de Estados Unidos.

Netanyahu continuará desafiando al presidente Barak Obama, algo que le ha dado gran popularidad en Israel. El descubrimiento de grandes yacimientos de gas en las costas de Israel profundizará que este país se sienta seguro de actuar sin pedir permiso a Washington.
Por su parte, Obama no hará nada para revivir las negociaciones israelo-palestinas. La denominada solución de los dos Estados quedará cada vez más lejana. De hecho, la influencia de Estados Unidos en la región continuará en declive. Sumergida en su crisis económica-financiera, y con crecientes manifestaciones de racismo contra la inmigración, Europa tampoco tiene capacidad para influir en el futuro del mundo árabe.

¿Intervención en el Sahel?

En la frontera sur de la “primavera árabe” se presentan problemas graves debido a la crisis en Mali, donde el Movimiento Nacional para la Liberación de L´Azawad, formado por los Tuareg, cuestiona la unidad del Estado. Al tiempo, otros grupos, algunos de ellos vinculados con al-Qaeda, expanden sus actividades político-criminales e imponen una versión radical de la Sharia. El grupo Ansar Din controla casi todo el norte del país mientras que el conjunto del Sahel puede convertirse en una zona sin control para grupos extremistas.

Una posible intervención militar, liderada por la Comunidad de Estados de África Occidental (ECOWAS), legitimada por el Consejo de Seguridad de la ONU, con apoyo logístico de Francia y otros países europeos, está preparándose para el primer semestre de 2013. Luego del asesinato del embajador de Estados Unidos en Libia, Washington tiene serias dudas sobre la intervención en esta región volátil. Francia, Estados Unidos y España, entre otros países, temen que el Sahel se convierta en otra Somalia.

Orientándose hacia el Pacífico

En la zona del Océano Pacífico se intensificará la tensión debido a un auge del nacionalismo, la voluntad hegemónica de China en la región, y la creciente presencia naval de Estados Unidos. La disputa entre China y Japón por las islas Senkaku/Diaoyu se agudizará debido a la victoria del candidato nacionalista Shinzo Abe en Japón. El Presidente Xi Jinping en China mantendrá una posición firme hacia este país.

Los intereses económicos, y la presión de Estados Unidos les impedirán ir más allá de ataques verbales. Washington, además, tiene un acuerdo de defensa con Japón. Una confrontación le pondría en una situación muy difícil entre dos socios de diferente tipo. China ve con preocupación que Washington haya decidido aumentar su presencia naval en el Pacífico y participar en diversos foros y organizaciones económicas de la región de Asia y el Pacífico.

El nuevo gobierno chino no solo tiene preocupaciones geopolíticas. Internamente ha caído el producto interior bruto mientras crecen las protestas contra la corrupción de la élite político-empresarial y por las condiciones laborales en grandes centros de producción.
La esperanza democrática en Asia será Myanmar. La transición iniciada en 2011 por las fuerzas armadas se enfrentará a serios problemas para integrar las minorías étnicas (135 en total), especialmente los Rakhine, que representan aproximadamente el 5% de la población y habitan en la frontera con Bangladesh, y avanzar en la reforma económica y política. En este caso China y Estados Unidos coinciden en apoyar el proceso político y tener acceso en el futuro a los ricos recursos del país.

América Latina, desafíos para los grandes

América Latina también mirará hacia China, que se está convirtiendo en un relevante socio comercial. Dada la crisis financiera global, el panorama para la región no será malo. Un informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) indica que las perspectivas económicas latinoamericanas “permanecen relativamente positivas, pero están sujetas a incertidumbre y volatilidad en el contexto externo. Después de casi una década de expansión continuada, únicamente interrumpida durante 2009, las proyecciones más recientes indican que el PIB regional crecerá 3.2% en 2012 y del 4.0% en 2013, lo que significa una desaceleración, al tiempo que se proyecta una caída de la inflación. En el corto plazo, este escenario supone un desempeño aceptable en comparación a la situación mundial y la continuidad de la estabilidad económica regional”. Los inversores internacionales encontrarán oportunidades en diversos proyectos de infraestructura y desarrollo energético que lanzarán varios países de la región, en particular Brasil y México.

En Colombia, México, Brasil, Chile, Argentina y Venezuela habrá importantes procesos o cambios políticos. Las negociaciones de paz entre las FARC y el gobierno colombiano tienen posibilidades de avanzar debido a que ambas partes necesitan un acuerdo. Colombia quiere ser la segunda potencia de la región detrás de Brasil, y las FARC saben que no pueden vencer. Algunos de los mayores interrogantes son si el gobierno aceptará abrir la discusión sobre cambios sociales y económicos, como le exige la sociedad civil; y si habrá rendición de cuentas por las violaciones masivas de derechos humanos cometidas por el Estado y las FARC.

El nuevo presidente de México, Enrique Peña Nieto, intentará encontrar una nueva forma de enfrentar el narcotráfico y llenar el vacío del Estado en diferentes zonas del país. Pero chocará con tres grandes problemas. Primero, la fuerte inserción del narcotráfico en la estructura del Estado a través de la corrupción. Segundo, la facilidad, debido a la laxa legislación, con que se adquiriere armamento en Estados Unidos con destino a México. Tercero, sin un fuerte programa de integración social y contra la pobreza el Estado no será una alternativa a los beneficios que genera el narcotráfico.

Se prevé que México se encuentre en 2020 entre las 10 economías más grandes del mundo, pero todavía entonces, en palabras del presidente, demasiados mexicanos estarán atrapados en la pobreza, la violencia y la corrupción. Por otro lado, la demanda de droga desde Estados Unidos y Europa hará que en países como Colombia y México crezca el debate sobre la legalización de parte de la producción y el consumo.

En Brasil también proseguirá la guerra contra los narcos, tratando de desplazarlos para que Río de Janeiro sea un lugar seguro durante el campeonato mundial de fútbol en 2014 y las Olimpiadas en 2016. Para la presidente Vilma Rousseff el desafío será controlar la economía con el fin de mantener el financiamiento de la agenda social a la vez que mantener el impulso económico que ha situado a su país entre los emergentes del sistema internacional

También para la presidente Cristina Kirchner será cada vez más problemático contener la inflación, aplicar un programa de ajuste para reducir el déficit, dedicar fondos a una agenda social que ha disminuido la pobreza y contentar al sector privado y unos sindicatos en creciente rebeldía. Muchos analistas prevén que Michelle Bachelet (actual director de UN Women) volverá a ser elegida presidenta de Chile en las elecciones de noviembre 2013. En un segundo mandato tendría que enfrentar los serios problemas de desigualdad que afectan a su país y que han generado fuertes protestas sociales.

Si Hugo Chávez no regresa al poder, por debilidad o fallecimiento debido a su enfermedad, su gobierno tendrá que mostrar si es posible el chavismo sin Chávez. El vicepresidente Nicolás Maduro tendría la oportunidad de tratar de ampliar la base de apoyo, en particular ganando a parte de la clase media, con medidas que le ofrezcan seguridad y oportunidades.

Pero son los hechos imprevisibles los que también definirán una nueva etapa dentro del largo período de cambios que comenzó con el fin de la Guerra Fría.

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Mariano Aguirre es director del Norwegian Peacebuilding Resource Centre. www.peacebuilding.no

Via: Radio Francia Internacional

Foto: NASA