No sucedió en una mazmorra durante la época medievial sino en San Diego, California, hace unos días: un joven de 23 años detenido en una redada contra narcóticos permaneció cinco días esposado en una celda sin ventanas, sin agua ni alimentación bajo condiciones que pudieron haberle costado la vida.
Informa Julie Watson en The Huffington Post que en un momento Daniel Chong creyó que no iba a salir de esta.
“Llegó a pensar no si iba a ser liberado sino en cómo mantenerse vivo”, dice.
Tuvo que beber su propia orina, dice HuffPost.
Las autoridades sencillamente se habían olvidado que él estaba ahí.
No se le habían imputado ningún tipo de cargos luego de haber sido detenido en una redada de la Drug Enforcement Agency (DEA) en la casa de unos amigos donde estaba fumando marihuana.
Fue llevado a la comisaría, donde le informaron que pronto sería liberado, firmó unos documentos, fue esposado y colocado en una celda oscura.
Allí sencillamente se olvidaron de él.
Durante su cautiverio, siempre esposado, tuvo alucinaciones y pensó en suicidarse, dice HuffPost.
Hasta que un día encendieron la luz, entró un agente quien le preguntó, “¿Usted quién es y qué hace aquí?”.
Tuvo que pasar cinco días en un hospital por deshidratación, insuficiencia renal, calambres y un esófago perforado. Había perdido 15 libras (6.8 kilogramos), dice.
