¿No le ha pasado a usted que va a un restaurante en EUA y cuando le traen su plato piensa, “que desperdicio, con esto podrían comer tres personas”? Algunos se llevan la mitad a casa; otros dejan ahí.

La comida se tira.

Tanta gente con tanta hambre, no solo en EUA, sino a través del planeta.

Alek Wek, nacida en Sudán en medio de la guerra civil que ha azotado esa nación, lo sabe mejor que muchos. Aunque ahora vive en Brooklyn y trabaja como modelo, ella creció teniendo nada y temiéndole a todo: sobrevivir un ataque era pasar un día más con hambre.

Daily Beast publica una nota firmada por ella sobre el hambre, de la cual nos hemos tomado la libertad de traducir unos apartes.

Niñez: “Conozco lo que es tener hambre. Cuando tenía 7 años, mi familia y yo quedamos atrapados en nuestra propia casa, protegiéndonos de balas y las bombas de la guerra civil que destruyó sur de Sudán. Salir de casa traía consigo el riesgo de violación o secuestro, o la muerte.ir al baño en el patio trasero, nos arrastrábamos para protegernos de los disparos. Una noche, mi madre puso el seguro en la puerta de entrada y un hombre armado que estaba en creyó escuchar un rifle y comenzó a disparar como un loco en la noche.Mis padres, mis ocho hermanos, y yo sobrevivimos con lo que mamá pudo cultivar en jardín: verduras, cereales, maní. Compartimos lo poco que teníamos con los vecinos, que quedaban por ahí. Tener hambre es sensación horrible”.

Brooklyn: “Hoy día, vivo en EUA donde los restaurantes sirven unas porciones gigantescas en platos aún más grandes y la gente cae en la tentación de comer en exceso. Muchos viven para comer, en vez de lo contrario. En mi barrio en Brookly, siempre pido una cajita para llevarme lo que queda. Mi ex novio me dijo más de una vez que no lo hiciera más, porque le daba vergüenza. (Quizás es por esto que ya no es mi novio). Mi respuesta fue, ‘Lo vergonzoso es que yo tenga tanto más que muchos otros’. Por ejemplo en el Cuerno de Africa casi un millón de refugiados han huido de Somalia, buscando ayuda en Kenya. Esta gente tiene menos que nada: las madres no tienen suficiente leche para dar de comer a sus críos”.

Hace poco, Alek Wek comenzó a hablar con los niños en las escuelas de su barrio sobre la hambruna, lo que ella llama un modesto paso a nivel local para que los jóvenes piensen globalmente. “Lo que encuentro alentador es que los niños escuchan. Preguntan. Quieren saber qué pueden hacer”.

Alek Wek colabora con las oficinas del Comisionado de las Naciones Unidas sobre refugiados.

Ayudar a combatir el hambre en Africa

Artículo en inglés