El buzo había visto por video una mano en el sitio del naufragio y creyó que era una más de las víctimas del remolcador.
Hasta que ésta le agarró el brazo.
Estaba vivo.
Según una nota de la Associated Press que publica Washington Post, Harrison Odjegba Okene, cocinero a bordo, llevaba tres días atrapado en una burbuja de aire formada entre los restos del barco, en un agujero del fondo del mar, donde tenía suficiente oxígeno para respirar a más de 30 metros de profundidad en el Atlántico.
Otros 11 tripulantes del Jascon 4 murieron.
Para rescatarlo, los socorristas lo calentaron con agua, luego le colocaron una máscara de oxígeno y una vez en la superficie pasó un tiempo en cámara de descompresión.
Sus familiares lo habían dado por muerto. Dice que pasó su tiempo rezando. (¿Qué más haría uno?)
Si alguien cree en milagros, tiene que ser Harrison Odjegba Okene, de Nigeria.
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