Escribe WASHINGTON — Bajo una lluvia de críticas por defender a grupos de activistas racistas, Donald Trump tuiteó este jueves que estaba “triste” al ver que se estaba “destrozando” la historia de Estados Unidos con la remoción de las “bellas estatuas y monumentos”, en una resonancia de la consigna popular entre los grupos de supremacistas blancos que se oponen a la remoción de monumentos confederados.
Hay varios funcionarios de diferentes estados que han pedido que los monumentos públicos de la Confederación secesionista sean retirados. En Baltimore, por ejemplo, fueron removidos el miércoles durante la madrugada y en abril pasado Nueva Orléans tumbó una estatua del general confederado Robert Lee que estaba en una rotonda.
Los planes para quitar un monumento a Lee en Charlottesville fueron causa de protesta por grupos supremacistas blancos y neonazis; su marcha derivó en violencia el fin de semana pasado.
Trump dijo que tumbar las estatuas de figuras como Lee es equiparable a hacer lo mismo con las estatuas y monumentos a George Washington o Thomas Jefferson, los primeros presidentes estadounidenses y considerados padres fundadores de ese país. “Uno tiene que preguntarse: ‘¿En qué momento te detienes?’”, al señalar que es como “cambiar la historia”. Tal argumento es popular entre la base del Partido Republicano: el 86 por ciento de los sondeados de ese partido dijeron que las estatuas deberían quedarse como símbolo de la historia.
Sin embargo, para historiadores como Annette Gordon-Reed, es peligroso igualar a líderes como Washington y Jefferson con generales de la Confederación secesionista como Lee. Mientras que los primeros crearon Estados Unidos, pese a tener imperfecciones como haber tenido esclavos en su momento, el principal significado histórico de Lee es justamente que tomó las armas en contra del gobierno para defender el sistema esclavista.
“Esto no se trata de la personalidad de un individuo y sus fallas”, dijo Gordon-Reed, profesora de Harvard. “Se trata de hombres que organizaron un sistema de gobierno que quería mantener la esclavitud y destruir a la unión”.
Por otro lado, James Grossman, director de la Asociación Histórica Estadounidense, señaló: “Lo curioso es que el presidente está poniendo a los monumentos en más peligro que los mismos manifestantes porque la derecha extrema ha producido un mundo en el que hay más ímpetu para remover estas estatuas, no menos”.
El sábado, durante las protestas en Charlottesville, Trump no condenó a los neonazis o supremacistas blancos que participaron cuando hizo declaraciones respecto a la violencia, lo que desató críticas de que estaba apoyando implícitamente a los grupos racistas. Dos días después, ante el furor, dijo que el racismo era malvado, pero el martes de nuevo retomó la postura de que “ambos bandos” eran culpables de la violencia, tanto los neonazis y supremacistas como lo que llamó la “ultraizquierda” o los contramanifestantes.
Trump también dijo que quienes estaban en contra de remover las estatuas eran “buenas personas” que protestaban la pérdida de su cultura.
La mayoría de esos monumentos fueron erigidos en la década de 1890, cuando se impusieron varias leyes segregacionistas y durante la década de 1950, cuando había fuerte resistencia en el sur estadounidense al movimiento por los derechos civiles. Via New York Times Español