No es secreto que tanto la elección en el 2007 como la reelección en el 2011 de Barack Obama se debió en gran parte al voto de la población latina de EUA, la cual se movilizó a favor del candidato que había prometido una reforma migratoria. No se cumplió esta promesa en el primer mandato, aunque una medida ejecutiva ha permitido que los jóvenes que sin documentos llegaron a EUA y permanecido en este país la gran parte de sus vidas tengan derechos educativos y laborales. Temporalmente, lo cual sigue siendo una espada de Damocles sobre el futuro de esta juventud.
La reforma migratoria está estancada en el congreso.
En la Cámara, los republicanos no la dejan mover.
El presidente, mientras tanto, espera, espera, sigue esperando y sigue esperando. Pero las deportaciones siguen, siguen, sigue y siguen a niveles sin precedente histórico, con un promedio de 400,000 personas deportadas cada año — la abrumadora mayoría de ellas sin antecedentes judiciales, muchas de ellas con familias estadounidenses.
Al mismo tiempo, el tono agrio (léase racista) del debate en el congreso y los círculos llamados conservadores, aumenta la discriminación contra los latinos, cerrándoles la bienvenido a casi todas las esferas de la vida en EUA — desde empleos, a viviendo.
Aquí, en este reportaje de la Voz de America, representantes de una amplia coalición hispana explica que el grueso de las deportaciones ha afectado a los latinos: 97%.
