Foto cortesía The New Yorker

La muerte de la magistrada Ruth Bader Ginsburg muy posiblemente desencadenará una feroz batalla política sobre su reemplazo y coloca el cargo vacante de la Corte Suprema en el centro de atención de la campaña presidencial.

Afectada por un cáncer metastásico, en años recientes la magistrada había sido hospitalizada varias veces. Murió a los 87 años. Poco antes de morir, dictó a su sobrina sus últimas palabras: “Mi deseo más ferviente deseos es no ser reemplazada hasta que sea inaugurado el próximo presidente”. 

Fue nombrada al cargo vitalicio en 1993 por Bill Clinton.

La muerte de Ginsburg es uno de los acontecimientos más importantes hasta ahora en 2020, un año que ya ha incluido el juicio político al presidente en funciones, la muerte del líder de los derechos civiles John Lewis, el auge del movimiento Black Lives Matter contra la brutalidad policial, un Coronavirus que ha dejado un saldo de 200,000 estadounidenses muertos, y un colapso económico con una rapidez y amplitud sin precedente.

Ruth Bader Ginsburg no solo reformó la jurisprudencia estadounidense, en particular, como defensora de los derechos de las mujeres, sino que también se convirtió en un ícono cultural y político, especialmente para los liberales y progresistas. Ha sido fuente de inspiración para niñas y mujeres que vieron en RGB ejemplo en vivo de que ellas también pueden triunfar en un mundo de hombres.

Reflexiva, irradiaba sabiduría, con una mente brillante afinada por años de erudición. Jamás olvidó que por mayor parte de la historia de EUA, debido a su género, casi nadie la habría tomado en serio ni siquiera como la abogada de un pueblo pequeño; menos una magistrada de la Corte Suprema.

Como ícono de cultura popular, la magistrada participó en eventos, asistió a varias entrevistas televisadas e incluso compartió con el público su rutina de ejercicio.

Todo esto empacado en 1.54 de estatura, sus enormes espejuelos que le daban más sabiduría y su marcado acento de Brooklyn, a donde habían emigrado muchas familias judías a fin del siglo antepasado.

Habrán de pasar días para que se pueda evaluar el impacto en el proceso electoral de este fallecimiento, anticipado pero igualmente disruptivo.

El presidente Trump ya ha dicho que “tenemos la obligación sin demora” de llenar el cargo.

¿Habrá olvidado Mitch McConnell el republicano líder del Senado el precedente que sentó en 2016 cuando se negó a aceptar el nominado de Barack Obama para llenar un puesto en la Corte Suprema? La justificación que en aquel entonces dio fue que era un año electoral.

Los republicanos ven en ese cargo la oportunidad de reformar el poder judicial federal e impulsar un curso de derecha que durará décadas y contrarrestará las tendencias demográficas que favorecen a los demócratas. Esta idea de amoldar los tribunales ha sido la fuerza motriz para los evangélicos, la derecha cristiana, que ha puesto a Donald Trump en la presidencia.

La partida de Ginsburg puede beneficiar a Trump.

McConnell dijo el viernes por la noche que tiene la intención de permitir una votación en el piso para confirmar a un nominado de Trump. La pregunta es, ¿tiene los 51 senadores necesarios?

En la medida que haya perdido apoyo entre las bases, su promesa de empujar a otro magistrado conservador podría ser el antídoto que necesita.

También preocupa a los republicanos que si la elección no se decide, y va a la Corte Suprema como en el 2000, una corte con 8 miembros no les puede beneficiar.

Los demócratas sugieren que el ganador de las elecciones debería elegir al próximo juez.

Por el otro lado, el temor a que ello suceda puede conducir a los demócratas a cerrar filas detrás de Biden, a movilizarse y desplegar más recursos, económicos, humanos para ganar La Casa Blanca y ambas Cámaras del Senado. Al lograrlo, podrían ampliar la composición de la Corte Suprema a 11 o 15 miembros y nombrar liberales. 

Eso también se ha discutido. A los pocos instantes del anuncio de la muerte de la magistrada, comenzaron a llegar donaciones a candidatos demócratas.

Algunas encuestas indican que la elección 2020 podría dar el senado a los demócratas.

Tanto en vida como en su muerte Ruth Bader Ginsburg hace sentir su enorme peso político y social en EUA, el país que la recordará por siempre.