Ada Colau
Samuel Aranda para The New York Times

De ser una desconocida en España, en poco años la activista pro vivienda Ada Colau ha alcanzado gran reconocimiento  — admiración y respeto por parte de los que su organización ha apoyado; temor y desprecio por parte del gobierno y la banca.

Ada Colau, escribe desde Barcelona en el “Perfil del Sábado” Zuzane Daily para el New York Times, ha dado una voz combativa para miles de españoles que se han visto en apuros con sus hipotecas como resultado de la crisis financiera en esa nación.

Para ellos, dice el Times, “Colau es como un angel. Su grupo, la Plataforma de Afectados por las Hipotecas, conocido como la PAH, ha organizado una tras otra protesta, bloqueando cientos de desalojos y presionando para que se cambien las duras leyes de hipotecas de España”.

Colau, de 39 años, ha sido activista desde sus días de estudiante de filosofía. “Trabajando por una u otra causa (anti guerra, anti globalización, prov vivienda para los pobres) con frecuencia escasamente lográndose mantener”.

Ahora, la gente la detiene por las calles para animarla e instarla a que debe seguir luchando.

Según el Times, el gobierno la ve como “un personaje estridente, dificultoso que se atrevió a llamar ‘criminal’ a un representante de la Asociación Bancaria de España durante una audiencia parlamentaria” que, además, ha movilizado los escraches, o protestas frente a las casas de los funcionarios públicos.

Hace tres meses, Colau aceptó para APH un Premio de Ciudadanía Europea por parte de la UE, el cual el presidente del gobierno Mariano Rajoy consideró una ofensa y pidió que le fuese retirado.

Poco después el gobierno decretó nuevas y más estrictas restricciones contra las protestas públicas, que incluyen multas hasta de US$82,000 por protestar frente al parlamento.

Según el Times, son “leyes que muchos consideran están dirigidas en contra de sus iniciativas”.  

La respuesta de Calau, dice el Times, no se hizo esperar. “O desobedecemos o aceptamos la esclavitud”.

Artículo en inglés 

La PAH (Afectados por la hipoteca)

Foto: Vía NYT