El represivo régimen comunista de la China sencillamente no ha podido callar a Ai Weiwei.
Desde junio, cuando terminó su encarcelamiento durante 81 días, el artista de 54 años ha sido atacado a diestra y siniestra por el gobierno.
Sin embargo, cada ataque, según escribe Arthur Henry en LEXPRESS, solo moviliza mayor apoyo a través del país y el mundo.
A salir de la cárcel el 22 de junio el artista no dijo mucho, por un tiempo.
“Mi arresto estuvo vinculado a mis actividades políticas. Durante los interrogatorios, el tema central fue subversión del poder del estado”.
Al cabo de unos días, descubrió que se le acusaba de fraude fiscal y enfrentaba una multa de US$2.25 millones, agrega.
“Tan elevada como el cielo”. Su madre estaba dispuesta a vender la casa familiar. “Comienza entonces una movilización de la juventud en Sina Weibo, el Twitter chino, y logran reunir el equivalente de 1 millón de euros, suficiente para abonar la multa y apelar. Algunos fabricaban aviones de papel con billetes de 100 yuan y los tiraba por encima de la pared de su residencia”, dice LEXPRESS.
Sale de esta, y es acusado nuevamente: pornografía. Lo ataca el estado por un retrato donde aparece desnudo con cuatro mujeres, que se difundió por internet.
La respuesta de la gente no se hizo esperar: miles de chinos publican sus propias fotos desnudos.
“Intenté callarme, pero ahora me acusaron de otra cosa, trataron de ensuciarme”.
No lo han logrado. “En un momento en que el régimen chino intenta mejorar su imagen”, dice LEXPRESS, “Ai Weiwei es una espinita en el pie de poder. Su capacidad de movilizar y su reconocimiento internacional dificultan cualquier intento de callarle”.
