MaduroLas caras largas de los partidarios de Nicolás Maduro reflejan la decepción ante una victoria mínima de un candidato que resultó siendo incapaz de aprovechar el torrente de apoyo y simpatía generados por la muerte de Hugo Chávez, dice William Neuman en el New York Times.

Los mediocres resultados (50.75% de los votos contra 48.97% de Capriles), así le den la presidencia, dejan a Maduro vulnerable, “abriéndolo a las presiones de la oposición y, en última instancia, a intereses contrarios dentro del movimiento chavista”, señala.

“Un presidente debilitado”, dijo al Times Vladimir Villegas, antiguo embajador de Chávez. “Estuvo al borde de la derrota, lo cual hubiera sido terrible”.

Según el Times, Maduro, quien durante la campaña se llamó “hijo de Chávez”, resultó siendo un candidato mediocre con dificultades conectando con su audiencia. “Las comparaciones con su carismático antiguo jefe fueron evidentes y poco favorables y él desperdició lo que aparentaba ser una amplia ventaja”.

El Times culpa, en última instancia, al mismo Chávez, “al construir un culto a la personalidad que glorificaba a un líder que tomaba todas las grandes decisiones. Chávez nunca permitió el desarrollo de otros dirigentes dentro de su movimiento, quizás por temor de que se convirtieran en competidores”.

Comentó un analista político. “El problema es que existe un modelo de gobierno basado en un individuo y nadie más toma las decisiones. Cuando muere, entra otro individuo sin ninguna experiencia ni capacidades políticas”.

Artículo en inglés