Mas que culpables por la crisis actual, los griegos son víctimas de las fallas estructurales en un sistema monetario fallido impuesto por banqueros en Bruselas y Frankfurt que sustituyen los sermones por el análisis económico, dice en su columna del New York Times Paul Krugman.
La elección este domingo, afirma el ganador del Premio Nobel del 2008 en economía, en el mejor de los casos mantiene el gobierno, aunque la coalición está tambaleante.
Pero la crisis no es algo que los griegos puedan resolver.
Porque la crisis se remonta al euro, “Un sistema monetario altamente, quizás fatalmente, defectuoso”.
Descarta que la corrupción y evasión de impuestos sean la causa de los problemas.
Dice que los griegos trabajan más horas que cualquier nación europea, especialmente que los alemanes. En términos de porcentaje del PIB, los gastos sociales griegos son sustancialmente más bajos en Grecia que en Alemania o Suecia, apunta.
La culpa es del euro, recalca. “Hace quince años Grecia no era un paraíso, pero tampoco estaba en crisis”, dice.
El euro creó el espejismo de una estabilidad con lo cual llovió dinero extranjero, la economía expandió, la inflación aumentó, y se perdió la competitividad de la nación.
“Los griegos gastaron gran parte del dinero que les llegaba, pero eso mismo hicieron los demás que cayeron en la burbuja del euro. Luego la burbuja explotó, y fue en ese momento que se vieron claramente las fallas fundamentales en el sistema del euro”.
Esta falla, dice, es la carencia de un gobierno central presto a rescatar a las naciones que encuentren problemas — algo parecido a la relación en EUA entre el gobierno federal y los estados.
Respecto al futuro del euro, Paul Krugman no manifiesta gran optimismo.
“La única manera que quizás se podría — énfasis en podría — salvar el euro es si los alemanes y el Banco Central Europe se da cuenta que ellos son los que deben cambiar su comportamiento, gastando más y sí, aceptando mayor inflación. Si no Grecia pasará a la historia como víctima de la arrogancia de otros”
