Luego de herir de muerte la industria tradicional del libro, cortar drásticamente el precio de los artículos electrónicos y causarle acidez a los fabricantes de juguetes, Amazon ahora tiene en su mira al mundo de la moda.
Para lograr su nuevo objetivo, escribe Stephanie Clifford en el New York Times, el pulpo del comercio por internet está empleando una táctica que le ha dado resultados: hacerlo en grande, perdiendo millones de dólares al comienzo, con la esperanza de que los clientes vuelvan a comprar.
Aquellas marcas que no quieren nada que ver con Amazon, dice, se preparan para “una lucha por sus vidas”.
Una idea del volumen de esta nueva empresa es que Amazon esté tomando unas 3,000 imágenes diarias de artículos de moda.
Aunque Amazon ha vendido ropa durante años, su enfoque ahora es captar marcas caras, como Michael Kors, Vivienne Westwood, Catherine Malandrino, Jack Spad y Tracy Reese.
Y sigue buscando otras, dice.
¿Por qué lo hace con tanto ahínco?
Porque las utilidades son extraordinarias, dice.
Los costos para la compañía son iguales ya envíe un libro de US$10 o una falda de US$1,000.
Según Jeff Bezos, el mandamás de Amazon, el nuevo esfuerzo de la compañía no es vender ropa con grandes descuentos sino a precios que aseguren que “queden contentas las marcas de diseñadores”.