“Papi ponte el condoncito: no queremos bebés.
– Mami no te preocupes que me acaban de dar mi descarguita de ondas de ultrasonido en las bolas. ¡Hoy no hago bebés!”
Por alguna razón, no podemos concebir esta imagen: sencillamente dudamos que muchos tíos estén dispuestos a recibir una descarga de ondas ultrasonido en los testículos como método de control de la natalidad.
Podría decirse que es casi como poner los órganos genitales en un horno de microondas.
Pero esa parece ser la dirección en la que va el mundo.
Escribe Jennifer Welsh en Live Science que investigadores en la Universidad de Carolina del Norte han encontrado que al aplicarse un par de dosis de ondas de ultrasonido en los testículos de las ratas de laboratorio se logran reducir sustancialmente sus niveles de fertilidad.
Ello podría aplicarse a los seres humanos, aunque el experimento está todavía algo crudo.
Se requiere establecer cuál sería la duración del efecto contraceptivo, igual que el número de veces en que se puede usar sin que corra peligros el individuo.
También hay que definir si se trata de contracepción y no esterilización, igual que el efecto cumulativo.
Por no decir nada del nivel de aceptación por parte de la población masculina.
“-Papi eso estuvo tan rico: ¡hagámoslo otra vez!
-Mami, ¡deja me doy otro corrientaso en las bolas y quedo!”
Difícil. Difícil. Sumamente difícil.
