Discurso de Obama sobre Afganistán, en ElMolinoonline.comEnmarcado por el descontento creciente con una guerra que lleva una década, el presidente de EUA Barack Obama se dirigió a la nación para anunciar el retiro de 10,000 efectivos — el 10 por ciento — de Afganistán para finales de año.

Dijo que para el verano entrante, habrá retirado 33,000 soldados. Aún así, la presencia militar de EUA será muy superior a los 30,000 efectivos de cuando comenzó su presidencia.

Obama prometió que EUA sería “igualmente estratégico que comprometido”.

Para el 2014, dijo, se habrá completado la transición, retirando todo el contingente.

Dijo que buscará lograr un equilibrio entre la guerra contra el terrorismo y las necesidades domésticas del país — “la creciente deuda y la dura situación económica”.

Dijo que se había logrado mucho en esa nación, incluyendo la muerte de Osama Bin Laden.

Mencionó el caso de Libia como un ejemplo de reducir costos mediante la ayuda de los aliados en vez de intervenir directamente con tropas. “Este es un momento en que debemos enfocar en construir nuestra nación”.

 

Discurso en español, traducción El Molino Online.

Buenas noches.

Hace casi 10 años, Estados Unidos fue sufrió el peor ataque contra nosotros desde Pearl Harbor. Este asesinato en masa lo planearon Osama Bin Laden y su red de Al Qaeda en Afganistán, y representó una nueva amenaza para nuestra seguridad, al cambiar los objetivos de soldados en el campo de batalla, a hombres, mujeres y niños inocentes que vivían sus vidas cotidianas.

En los días siguiente, nuestra nación se unió en torno a la ofensiva que llevamos a cabo en contra de Al Qaeda mientras vencimos al Talibán en Afganistán. Luego cambiamos de objetivo. Se inició una segunda guerra en Irak, y derramamos grandes cantidades de sangre y gastamos mucho dinero para apoyar al nuevo gobierno allí.

Cuandoasumí el mando, la guerra en Afganistán se encontraba en su séptimo año. Pero los líderes de Al Qaida habían escapado a Paquistán y planeaban ataques nuevos, y mientras tanto, los talibanes se habían reagrupado y lanzado nuevas ofensivas. Sin una nueva estrategia ni medidas decisivas, nuestros comandantes militares advirtieron que era posible que enfrentáramos el resurgimiento de Al Qaeda y el retorno al poder por el Talibán en Afganistán.

Por este motivo, en una de las decisiones más difíciles que he tomado como Presidente, ordené la movilización de 30,000 soldados estadounidenses adicionales a Afganistán. Cuando anuncié este aumento de tropas en West Point, fijamos objetivos claros: enfocarnos nuevamente en Al Qaeda; revertir el ímpetu del Talibán, y capacitar a las fuerzas de seguridad de Afganistán para defender a su propio país. También dejé en claro que nuestro compromiso no era ilimitado y que nuestras tropas comenzarían a regresar a casa en julio de este año.

Promesa cumplida

Esta noche, les puedo decir que hemos cumplido esa promesa. Gracias a nuestros hombres y mujeres uniformados, nuestro personal civil y los muchos aliados de nuestra coalición, hemos cumplido nuestros objetivos. Como resultado, a partir del mes entrante y hasta fines de este año, podremos retirar 10,000 soldados nuestros de Afganistán, y para el próximo verano, un total de 33,000 soldados podrán haber comenzando el regreso a casa, revirtiendo así del todo el aumento de tropas que anuncié en West Point. Tras esta reducción inicial, nuestros soldados continuarán regresando a casa a a medida que las fuerzas de seguridad de Afganistán asuman su papel. Nuestra misión de combate pasará a ser una de apoyo. Este proceso de transición concluirá para el 2014y el pueblo afgano estará a cargo de su propia seguridad.

Estamos iniciando esta reducción desde una posición que nos favorece. Al Qaeda está bajo más presión que nunca desde el 11 de septiembre. Junto con los paquistaníes, hemos eliminado a más de la mitad de los líderes de Al Qaida. Y gracias a nuestros profesionales de inteligencia y las Fuerzas Especiales, ultimamos a Osama Bin Laden, el único líder que Al Qaeda ha tenido. Esta fue una victoria para todos aquellos que han prestado servicios desde el 11 de septiembre. Un soldado lo resumió muy bien. “El mensaje”, dijo, “es que no olvidamos. Tendrán que pagar, sin importar el tiempo que tome”.

La información que recuperamos del complejo de bin Laden indica que Al Qaeda enfrenta serias dificultades. Bin Laden se lamentaba de que Al Qaeda no había logrado reemplazar a los mandos terroristas que habían sido eliminados y de que Al Qaeda hubiera fracasado en su esfuerzo por caracterizar a Estados Unidos como un país en guerra contra el islam, privándola así de una fuente de respaldo más generalizado. Al Qaeda sigue siendo peligroso, y debemos permanecer alerta. Pero hemos puesto a Al Qaeda en el camino a la derrota, y no cejaremos nuestro empeño hasta que se lo logremos.

Bajas importantes

En Afganistán, hemos causado bajas importantes a los talibanes y hemos tomado varios de sus baluartes. Además de nuestro aumento de tropas, nuestros aliados también han incrementado su compromiso, lo que ha ayudado a darle más estabilidad al país. Las Fuerzas de Seguridad de Afganistán cuentan ahora con más de 100,000 efectivos adicionales, y en algunas provincias y municipalidades, hemos comenzado a entregarle al pueblo afgano la responsabilidad por la seguridad. Ante la violencia e intimidación, los afganos están luchando y muriendo por su país, creando fuerzas policiales locales, abriendo mercados y escuelas, creando oportunidades para las mujeres y niñas, y tratando de pasar la página tras varias décadas de guerra.

Por supuesto que todavía existen enormes desafíos. Esto es solo el inicio –pero no el final– de nuestro esfuerzo por llevar esta guerra a su fin. Debemos realizar la ardúa labor de preservar los logros que hemos alcanzado a la vez que reducimos nuestras fuerzas y le entregamos al pueblo afgano la responsabilidad por su seguridad. Y en mayo, en Chicago, realizaremos una cumbre con nuestros aliados y socios de la OTAN para definir la próxima fase de esta transición.

Lo que sí sabemos es que sin un acuerdo político no puede haber paz en un territorio que ha visto tantas guerras. Por lo tanto, a la vez que reforzamos las Fuerzas de Seguridad del gobierno afgano, Estados Unidos se sumará a campañas por la reconciliación del pueblo afgano, en las que se incluirá al Talibán. Nuestra posición sobre estas conversaciones es clara: las debe dirigir el gobierno afgano, y quienes quieren ser parte de un Afganistán pacífico deben romper con Al Qaida, abandonar la violencia y respetar la constitución de Afganistán. Pero debido en parte a nuestro esfuerzo militar, tenemos motivo para creer que se pueden alcanzar logros.

Objetivo de la misión

El objetivo que tenemos se puede alcanzar y se puede expresar de manera simple: no habrá refugio desde el cual Al Qaeda o sus afiliados puedan lanzar ataques contra nuestro territorio o nuestros aliados. No trataremos de hacer que Afganistán sea un lugar perfecto.

No patrullaremos sus calles ni montañas indefinidamente. Esa es la responsabilidad del gobierno afgano, que debe aumentar su capacidad de proteger a su gente y cambiar de una economía de guerra a una que pueda sustentar una paz durable. Lo que vi podemos y vamos a hacer y será construir una sólida alianza con el pueblo afgano que asegure que podamos seguir persiguiendo a los terroristas y apoyando al gobierno soberano de Afganistán.

Por supuesto que nuestros esfuerzos también deben abordar los terroristas que se refugian en Paquistán. Ningún país ha sido más afectado por la presencia de extremistas violentos, y por esta razón continuaremos presionando a Paquistán para que aumente su participación en afianzar un futuro más pacífico para esta región desgarrada por la guerra. Colaboraremos con el gobierno de Paquistán para arrancar de raíz el cáncer del extremismo violento e insistiremos en que cumpla sus promesas. Que no quepa la menor duda de que mientras yo sea Presidente, Estados Unidos nunca tolerará un refugio para quienes se proponen matarnos: no podrán escaparnos ni evitar ser llevados ante la justicia como lo merecen.

Década difícil

Ciudadanos: esta ha sido una década difícil para nuestro país. Las lecciones aprendidas no son nuevas: el enorme costo de la guerra –pagado por casi 4,500 estadounidenses que perdieron la vida en Iraq y más de 1,500 en Afganistán–, hombres y mujeres que no podrán gozar de la libertad que defendieron. Miles más fueron heridos. Algunos han perdido brazos y piernas en el campo de batalla y otros aún luchan contra los demonios que trajeron de allí.

Sin embargo, esta noche, nos conforta saber que las sombras de la guerra se están alejando. Menos de nuestros hijos e hijas luchan en lugares peligrosos. Hemos concluido nuestra misión de combate en Iraq y 100,000 soldados estadounidenses ya han salido de ese país. Y a pesar de que todavía habrá días dolorosos en Afganistán, alcanzamos a ver la luz de una paz segura a la distancia. Estas largas guerras llegarán de manera responsable a su fin.

Mientras esto sucede debemos aprender sus lecciones. Esta década de guerra ya ha causado que muchos hagan preguntas sobre el carácter de la participación por Estados Unidos en el mundo. Hay quienes quisieran que Estados Unidos deje de cumplir con su responsabilidad como piedra angular de la seguridad mundial y adopte un aislamiento que ignore as amenazas muy reales que enfrentamos. Otros quisieran que Estados Unidos abarque demasiado y que enfrente cada mal que se puede encontrar en el extranjero.

La estrategia

Debemos centrar mejor nuestro curso. Igual que las generaciones previas, debemos aceptar el papel singular de Estados Unidos en el curso de la historia de la humanidad. Pero nuestras pasiones deben ir de la mano de nuestro pragmatismo; y nuestra determinación de la mano de la estrategia. Debemos responder con fuerza a las amenazas, pero cuando podamos enfocar esa fuerza, no es necesario que movilicemos grandes ejércitos al extranjero. Cuando se mata a inocentes y se pone en peligro la seguridad mundial, no es necesario que enfrentemos una decisión entre permanecer cruzados de brazos o actuar solos. Más bien, debemos promover la acción internacional, igual que estamos haciendo en Libia, donde no tenemos a ningún soldado en el terreno, pero estamos apoyando a aliados para proteger al pueblo libio y darle la oportunidad de determinar su destino.

Con todo lo que hacemos, debemos recordar que lo que distingue a Estados Unidos no es solamente nuestro poder, sino los principios en que fue fundada nuestra nación. Somos una nación que lleva a sus enemigos ante la justicia mientras que observa la ley y respeta los derechos de todos nuestros ciudadanos. Protegemos nuestra propia libertad y prosperidad al extendérselas a otros. No representamos el imperialismo sino la autodeterminación. Por eso tenemos un interés en las aspiraciones democráticas que está surgiendo en todo el mundo árabe. Apoyaremos esas revoluciones con fidelidad a nuestros ideales, con el poder de nuestro ejemplo y con una firme convicción de que todos los seres humanos merecen vivir con libertad y dignidad.

Por encima de todo, somos una nación cuyo poderío en el extranjero ha tenido como fundamento las oportunidades de nuestros ciudadanos dentro del país. En la última década, hemos gastado un billón (US$1,000,000,000,000) de dólares en la guerra, en un momento que han aumentado la deuda nacional y vivimos dificultades económicas. Ahora debemos invertir en el mayor recurso de Estados Unidos: nuestro pueblo. Debemos dar rienda suelta a la innovación que genera nuevos empleos en sectores industriales a la vez que vivimos dentro de nuestras posibilidades. Debemos reconstruir nuestra infraestructura y encontrar nuevas fuentes de energía limpia. Y más que nada, tras una década de debate candente, debemos recuperar el sentido común de objetivo que compartíamos al inicio de este período de guerra, pues nuestra nación deriva su fortaleza de nuestras diferencias, y cuando nuestra nación es fuerte, ninguna colina es demasiado empinada ni ningún horizonte está fuera de nuestro alcance.

Metas inmediatas

Estados Unidos: es hora de concentrarnos en construir nuestra nación.

En este esfuerzo, nos sirven de inspiración nuestros conciudadanos que han sacrificado tanto a favor nuestro. A nuestros soldados, nuestros veteranos y sus familias, les hablo en nombre de todos los estadounidenses cuando digo que cumpliremos nuestro compromiso sagrado con ustedes y les proporcionaremos el cuidado, los beneficios y las oportunidades que merecen.

Conocí a algunos de esos estadounidenses patrióticos en Fort Campbell. Hace un tiempo hablé ante la 101º División Aerotransportada, que ha luchado para revertir la situación en Afganistán, y al equipo que eliminó a Osama bin Laden. Parado ante una maqueta del complejo de bin Laden, el integrante de los Navy SEALS que encabezó nuestro esfuerzo rindió homenaje a los caídos: hermanos y hermanas combatientes cuyos nombres ahora están escritos en las bases de las cuales nuestras tropas nos defienden en el extranjero y las lápidas en apacibles rincones de nuestro país donde nunca pasarán al olvido. Este oficial –como muchos otros que he conocido en las bases en Bagdad y Bagram, Walter Reed y el Hospital Naval de Bethesda–, habló con humildad de cómo su unidad actuó como un solo hombre: se apoyaron unos a otros y confiaron entre sí, como lo haría una familia en momentos peligrosos.

Vale la pena recordar que todos somos parte de la familia estadounidense. A pesar de nuestros desacuerdos y divisiones, nos une la doctrina que está escrita en los documentos de nuestra fundación y la convicción de que Estados Unidos de norteamérica es un país que puede lograr lo que se proponga — cualquier cosa. Ahora concluyamos la labor frente a nos. Llevemos estas guerras a su fin de manera responsable y recobremos el Sueño Americano que es la base de nuestra historia. Con confianza en nuestra causa; con fe entre ciudadanos y con el corazón lleno de esperanza, dediquémonos a la labor de extender la promesa de Estados Unidos a esta generación y a la próxima.

Que Dios bendiga a nuestros soldados.
Y que Dios bendiga a Estados Unidos de norteamérica.