YEUX“Incluso antes de la ceremonia final, Putin estaba sepultado en su búnker de Moscú, amenazando a un estado cliente del viejo imperio soviético para que se hiciera su voluntad. Un minuto estaba abrazando a su adorada campeona de patinaje, Yulia Lipnitskaya, al siguiente estaba gritando por el teléfono a Viktor Yanukovich, para suprimir el levantamiento de Kiev por cualquier medio, así fuera asesinando”, escribe Simon Jenkins en The Guardian.

“La manera cómo Putin juegue esta crisis va a decidir su destino como hombre un estadista sofisticado en ven de un matón cleptomaniaco. El preparó el terreno para Sochi con un su diplomacia hábil en Irán y Siria. Estaba aprovechando los debacles creados por la mano dura de Occidente en Irak y Afganistán. Pero eso fue una política algo alejada. No hay slaloms, saltos mortales ni dobles ejes que le guiarán para salir de ésta”.

Artículo en inglés