En el período que precedió la invasión de EUA a Irak, los promotores de la aventura, los llamados neoconservadores dentro y fuera de la administración Bush, prometieron que la invasión transformaría rápidamente a ese país en un aliado sólido, modelo de democracia árabe e importante productor de petróleo que con las ventas del crudo podría costearse su propia reconstrucción.

Diez sangrientos años después, marcados por una desgastante guerra, Irak ha reconstruido sobre sus escombros y comenzado a jugar un importante papel en la región.

“Pero no la forma en que los neoconservadores imaginaron, escribe Dan Froomkin en The Huffington Post.

“Aunque técnicamente es una democracia, el tambaleante gobierno de Irak ha degenerado en una tambaleante cuasi-dictadura. Los costos de la guerra (más de US$800 mil millones) y reconstrucción (más de US$50 mil millones de dólares) han sido asombrosamente altos. Y mientras que Irak finalmente está produciendo petróleo a los niveles que precedieron la guerra, está intentando de la mejor manera impulsar los precios del petróleo tan altos como sea posible”.

Lo más inquietante para muchos expertos estadounidenses en política exterior, sin embargo, es la es muy estrecha relación de Irak con Irán.

Hoy en día, Irak, el país que desde la revolución islámica de 1979 en Irán había sido su enemigo mortal y, por tanto, creado un contrapeso regional, es su mejor aliado.

Dice un crítico de los neoconservadores: “En realidad nunca se explicó por completo lo que la guerra perseguía, lo que fuera no  ha funcionado demasiado bien. De hecho, Irak sigue evolucionando en formas que son, si no fatales para los intereses estadounidenses, lo son ciertamente negativas”.

Eso se llama una metida de pata.

Todos saben quiénes fueron los culpables e impulsores de esta aberración.

Jamás han tenido que responder ante el país y el mundo por la sarta de mentiras que causó destrucción y muerte en el medio oriente otras partes del mundo.

Artículo en inglés

Ilustración cortesía de donkeyhotie via flickr