En ese México mal llamado moderno, se tiene la errática idea de creer más en un profesionista hombre que en uno mujer”: Mayra Rojas, socióloga mexicana
Por Margarita Solano
#PeriodismodePaz
Entrevista.
De espalda a la cafetería de una conocida librería en la Ciudad de México, Mayra suelta una anécdota personal. Después de quedar viuda a temprana edad y estar a cargo de su única hija, tuvo un trabajo donde su jefe le permitía que en horas de la tarde, su pequeña estuviera en la oficina. Pero al llegar una jefa mujer se acabó ese privilegio. “Yo creo que necesitas más tiempo para estar con tu hija”, le dijo la nueva directora al concluir su contrato.
Mayra Rojas es socióloga por la Universidad Nacional Autónoma de México y se dedica a la academia en el Tec de Monterrey y el Instituto Politécnico Nacional. Tiene un genuino interés por reflexionar desde el estudio de las sociedades humanas, fenómenos desiguales en las relaciones de género. Recientemente, participó en la elaboración de “Matrices de paz”una obra que plasma vértices o pinceladas de paz desde una perspectiva de género.
Mientras observa con el rabo del ojo el libro de Pilar Quintana que le acaban de recomendar en su última visita a Colombia, responde a esta pregunta: ¿En algún momento de la historia ha habido paz para las mujeres? Piensa en el diseño de la sociedad desde la confinación del Estado moderno, pasa por la revolución francesa y agrega que “a las mujeres nos han dejado encapsuladas en el espacio íntimo, el de la familia. Si desde el inicio las estructuras han sido desiguales, no podemos hablar de una sociedad donde las mujeres viven en paz”.
Al primer bocado de un sandwich, la académica piensa en responder si la cultura mexicana es violenta contra sus mujeres. Recuerda que en albores de la adolescencia al ir caminando con dos amigas por una calle del Estado de México, varios hombres soltaron en coro la popular frase de ¿por qué tan solitas? para entonces ya estudiaba sociología y le llamaba la atención cómo esa frase en particular era violenta y contradictoria, ¿las mujeres somos invisibles? se preguntó al seguir el paso acompañada de sus amigas. “Esas frases tan comunes, esa cultura popular, es muy violenta contra las mujeres”, comenta Rojas mientras hace una lista en altavoz de frases que ya no deberían estar en nuestro vocabulario: “calladita te vez más bonita”, “juegas como niña”, “tenía que ser vieja”, “seguro está en sus días”, “no seas nena”, “así nunca vas a conseguir marido”, “no es por ser machista, pero…”.
Mayra recibió de unas amigas abogadas, una confesión que no le sorprendió en éste mal llamado México moderno; “en el buffet jurídico donde trabajan sus amigas, tienen menos clientes que los hombres” y eso se traduce en que en México y muchos otros países, se tiene la errática idea de creer más en un profesionista hombre. “Incluso hemos escuchado gente que duda de la capacidad de una mujer para tripular un avión y deciden bajarse de la aerolínea” cuenta la socióloga.
En un contexto adverso para las mujeres y para tratar temas de paz que las involucren no como víctimas sino como constructoras de paz, nació la publicación Matrices de paz en el departamento de humanes del Tec de Monterrey donde Mayra dicta clases. El libro recoge varias perspectivas científicas y humanistas entorno a la paz, una gran innovación en México que tiene poca bibliografía en la materia. Mayra Rojas recuerda que cuando se tuvo la idea inicial de la obra, pocos entendían qué era la paz y por qué es importante irla construyendo desde la academia. Con el proyecto en mano, la UNESCO se sumó a él y hoy es una publicación obligada en el área de humanidades también del Politécnico.
Pero ¿qué es eso de la paz de género? vuelve la pregunta al vuelo. “La paz no significa ausencia de conflicto, enfatiza la socióloga mexicana. “La paz es un proceso que se construye, que nos obliga a ser agentes de paz y se construye gestionando el conflicto, asumiendo que el conflicto siempre está presente, viéndolo no como algo negativo sino que está allí porque somos seres humanos y hay que gestionarlo. Las mujeres y los hombres somos responsables de ese proceso de construcción de paz, para ello hay que dejar de mirar a las mujeres como un sujeto pasivo, como víctimas, porque somos más que la mujer que golpean, que violan. Nosotras participamos de forma activa, siempre lo hemos hecho, somos conciliadoras, mediadoras”. Mayra hace una pausa repentina. Recuerda historias de mujeres que en la Segunda Guerra Mundial se pusieron en la llamada huelga de los sexos hasta que sus hombres regresaran de la guerra.
Y en México ¿qué se está haciendo para construir paz? A punto de terminar el último bocado del sandwich, Mayra responde que se están haciendo varias cosas desde el ámbito público y el privado. “No debemos menospreciar el trabajo que hacen las madres en la educación de sus hijos. Cuando una mamá le dice a sus hijos `pónganse de acuerdo para jugar con ese juegue` allí está actuando con directrices de paz. Pero claro, lo hace la mujer, lo hace dentro de casa, no se ve, no tiene valía, pero sí que la tiene”. Tras otra pausa fugaz, Rojas pone sobre la mesa a las ‘rastreadoras´, mamás que se organizan en Sinaloa, Guerrero y otros estados para buscar a sus hijos desaparecidos. Pone en alto relieve también a las abuelas de la Plaza de Mayo en Argentina, a las viudas de Guatemala.
Pero hay quienes dicen que en esa búsqueda de igualdad de género, no debería existir la categoría penal del feminicidio porque todos los asesinatos el de hombres y mujeres deberían ser catalogados como “homicidios”, más nada. “No estoy de acuerdo”responde Mayra con prontitud. “Porque en éste país, sí nos matan por ser mujer”.
En un mundo como el de hoy donde movimientos como Me too o #Simematan, donde miles de mujeres se manifiestan a través de las redes sociales, en Hollywood las actrices y en América Latina se llenan las calles para exigir libertad, derechos y cese al acoso, los feminicidios, hay mujeres y hombres que creen que se está exagerando desde el feminismo, incluso las llaman feminazis y paranoicas.
¿Crees que lo somos?
– Ninguna de las anteriores. Estamos en un momento histórico donde ya podemos poner sobre la mesa temas que antes no tenían visibilidad. Millones de mujeres siguen respondiendo a todas estas actividades familiares que nos siguen atribuyendo por temas de naturalización, como por ejemplo el pensar que porque eres mujer, automáticamente te toca el cuidado de los hijos. Durante siglos estos temas han permanecido invisibles y ahora el que salgan a la luz, hace que muchos piensen, incluso mujeres crean, que estamos exagerando pero la desigualdad es real. Si nos vamos a trabajar, nosotras no lo hacemos antes de dejar hecha la comida y si nos apoyamos en alguien, de todas formas sobre nosotras recae esa responsabilidad del hogar. Llevar una casa es un trabajo gerencial que implica un desgaste emocional impresionante porque en tu trabajo estás pensando también en cosas como “olvidé avisar que debían hervir la fruta”, “tengo que llegar a comprar pañales”. La responsabilidad de la casa es de todos la que la habitan. Mientras sigan esas configuraciones en el ámbito privado, debemos seguirlas visibilizando.
Al final de una mañana de café, la tertulia se centra en los cómos para ser una sociedad más equitativa desde la rutina diaria. Mayra insiste en la construcción de paz como un trabajo constante, desde la familia como primer referente para relacionarnos, donde se aprende la empatía, la solidaridad, el reconocimiento del otro como como alguien distinto pero humanamente igual.
Hace una última pausa para lanzar la única pregunta que se quedó atorada en el espacio de la librería donde termina de desayunar. ¿Cómo enseñamos justicia si las relaciones en casa no son equitativas?