Fuentes al tanto de lo ocurrido confirmaron a LPO que Pence trazó al presidente “encargado” Juan Guaidó, un duro diagnóstico de todo lo que estaba fallando en la ofensiva contra el régimen chavista. El mayor reclamo fue por la continuidad de la adhesión de las fuerzas armadas a Maduro. Hasta ahora sólo unos trescientos efectivos han abandonado al gobierno, sobre un total de 300 mil hombres armados. Nada.

Guaidó había prometido al gobierno de Estados Unidos que si la mayoría de los líderes del mundo lo reconocían como la máxima autoridad de Venezuela, al menos la mitad de los oficiales iban a desertar. No ocurrió. Estados Unidos logró que nada menos que 50 presidentes reconocieran al presidente de la Asamblea venezolana, pero hasta ahora las fuerzas armadas siguen junto a Maduro.

En esa charla tensa en Bogotá, también hubo cuestionamientos de los funcionarios de Estados Unidos a otro de los supuestos que Guaidó transmitió al inicio de la ofensiva contra el régimen: La base social de Maduro está desintegrada. La crisis reveló que en efecto el apoyo de su Gobierno menguó, pero no es inexistente.

Un de las ideas que se evaluó es ver que tan factible era conseguir que el presidente “encargado” se asegurara el control de una parte del territorio de Venezuela, donde los militares locales garantices la seguridad y lo reconozcan como máxima autoridad.

Se trata claro de un tema delicadísimo, porque Estados Unidos viene de sufrir las graves consecuencias de implementar ese tipo de estrategias de fragmentación territorial en Siria y Libia.

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