Trump va a ganar la presidenciaPor si quedaba duda alguna, esta semana hemos visto con alarmante claridad que Donald J. Trump puede derrotar a Hillary Rodham Clinton y ser el próximo inquilino de la Casa Blanca y el hombre más poderoso de EUA y del mundo.

Las encuestas están muy cerradas tanto a nivel nacional como en los estados claves, que son los que definen la victoria. En Florida, donde solo hace unas semanas la señora Clinton tenía la delantera, ya Trump la está alcanzando. En Ohio, estado sin el cual ningún republicano puede ganar la presidencia, Trump le lleva unos puntos.

Quedan 49 días y Trump va viento en popa, mientras que la señora Clinton pareciera tropezar de un escándalo a otro, aumentando en el proceso el desprecio que hacia ella siente un amplio segmento del electorado.

El pánico golpea en las puertas de los demócratas, que han movilizado a los capos del partido para que apoyen a Hillary Clinton — Barack y Michelle Obama, Joe Biden, Bernie Sanders, Elizabeth Warren y muchos otros.

El propio presidente Barack Obama atacó fuertemente a Trump. (Es una bronca a nivel personal, ya que durante gran parte del 2011 Trump fue el promotor más visible del concepto de que Obama no había nacido en EUA sino tal vez en Kenya).

Esta semana, Trump dijo que sí, en efecto, Obama había nacido en EUA pero que las acusaciones habían surgido dentro de la campaña Clinton del 2008, lo cual no es del todo mentira. A los partidarios de Trump poco les importó que su candidato hubiera mentido. Porque a ellos les importa un comino lo que diga Trump, siempre y cuando sea en contra de la clase política.

Y ese es el dilema que enfrenta la señora Clinton: Por más que intente presentarse como un agente del cambio, el electorado la ve como continuidad, el status quo de un sistema político y económico que muchos consideran podrido.

Trump ha sabido darle vuelta a todo lo que le tiran desde el campo Clinton, deleitando a sus partidarios y dándole agrieras a los de Clinton, entre los que se incluyen amplios sectores del establishment.

Ejemplo: Días después de que la señora Clinton llamara a la mitad de los partidarios de Trump “deplorables”, él se presentó ante una enorme pancarta que decía “Les Deplorables”, como en la obra de Broadway “Les Miserables”, con música y todo.

Si una victoria de Trump es cada día más posible, ello se debe al voto de la juventud.

No porque los jóvenes lo quieran: Todo lo contrario, lo van a rechazar como nunca la juventud ha rechazado a un candidato. Sino porque no se están alineando en el campo Clinton. Ella ha sido incapaz de inspirar a la generación del milenio, como lo hizo Bernie Sanders, y como lo logró Barack Obama en 2008 y 2012.

La encuesta de Quinnipiac University muestra que el rechazo a Trump entre el segmento 18 a 34 años de edad no se traduce en apoyo a Clinton. Unos votarán por Gary Johnson, del partido libertario; otros por Jill Stein, candidata verde, indica una nota en POLITICO.

 

Mientras que los propagandistas del partido demócrata ahora denuncian a los partidos minoritarios porque pueden costarle la elección a Clinton, muchos jóvenes argumentan que el problema no se debe a estos partidos (después de todo en una democracia el electorado debe tener opciones) sino a la candidatura de Hillary Clinton, quien trae 30 años de escándalos colgando del pescuezo.

No es machismo rechazar a Clinton ni pedir transparencia, sostienen.

Clinton todavía tiene una ventaja en cuanto a dinero y organización, pero la falta de energía de sus partidarios puede ser paralizante. No cabe duda que la campaña se va a poner mucho más fea.

El 26 de septiembre tendrá lugar en Hempstead, estado de New York, el primero de los tres debates. Ni Johnson ni Stein han sido invitados. Los candidatos vicepresidenciales debatirán el 4 de octubre.

La preocupación se nota en la cara de la señora Clinton, visiblemente fatigada y quien cada día aparece más intensa, a veces indignada. ¡Ay de quien la critique: Se le ataca de machismo!

Trump, por su parte, mantiene un aura de energía triunfadora.

En menos de dos meses, el electorado estadounidense va a elegir la persona más poderosa del mundo. Las opciones son dos. O un político racista, xenófobo, misógeno, agresivo, mentiroso y deshonesto en su vida empresarial, a quien algunos han llamado inestable y totalmente impredecible. O una política acartonada, producida, que dice cualquier cosa por lograr un voto y quien ha llegado a personificar lo peor en un corrupto sistema de alcahuetería política, clientelismo, nepotismo, mordidas y privilegios en el cual no hay barreras entre las fortunas políticas y personales de los poderosos.

Para muchos Trump significa cambio. Y por esta razón puede alcanzar la presidencia.

Esto se vió nuevamente durante la semana que pasó.

Carlos F. Torres, Director El Molino Online

 

 

 

Carlos F. Torres
Director, El Molino Online
New York, NY 9/18/2016