
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en una época consideradas la insurgencia mejor financiada en el mundo, se encuentra en el punto de mayor debilidad y vulnerabilidad en su historia debido a los golpes recibidos como parte de un programa secreto de la CIA durante una década escribe Dana Priesten un extenso artículo en el Washington Post.
Dice que el programa, que se ha financiado con miles de millones dólares, no forma parte del Plan Colombia, comenzado en el 2000.
Fue autorizado bajo el presidente George W. Bush en el 2003 y ha continuado bajo la administración Obama, señala.
El Washington Post basa su reportaje en entrevistas con funcionarios militares, diplomáticos y de inteligencia de EUA que hablaron bajo condiciones de anonimato.
Parte del programa incluye asistencia en el monitoreo de comunicaciones por parte de la National Security Agency (NSA), agrega.
Apunta que el programa ha dado al gobierno colombiano dos armas que ha utilizado existosamente contra los insurgentes de las FARC y del Ejército de Liberación Nacional, otra organización guerrillera en la nación sudamericana.
Por un lado, provee inteligencia en tiempo real que permite ubicar a los dirigentes de las FARC para eliminarlos.
Además, ha puesto en manos del ejército de Colombia un “GPS guidance kit“, que convierte una bomba de 500 libras en un proyectil altamente certero “capaz de matar a un individuo en una selva de triple dosel si logra determinar su ubicación exacta y programa las coordenadas geográficas en el pequeño cerebro de computadora de la bomba”.
Fueron estas bombas, dice el Washington Post, las que en marzo del 2008 cruzaron la frontera con Ecuador alcanzar y ultimar a Raúl Reyes, importante comandante de las FARC.
Este program es uno de varios que el público de EUA desconoce de iniciativas en países donde los carteles de drogas han causado inestabilidad. dice.
El plan se implementó cuando EUA temía que Colombia cayera en la categoría de un estado fracasado.
Para el 2003, dice el Washington Post, 40 agencias de EUA, con un total de 4,500 personas, trabajaban desde la embajada de EUA en Bogotá, que en aquella época era la embajada estadounidense más grande en el mundo.
Agrega que al clasificar a las FARC como organización terrorista fue más fácil financiar el programa como parte de un llamado “presupuesto negro”.
Dice que la CIA no puede participar directamente en el programa.
El extenso artículo provee también una serie de gráficos interactivos sobre las bombas empleadas igual que una lista de los ataques realizados con fechas, lugares y números de bajas guerrilleras.
Imágenes via Washington Post.