Cambios propuestos en el Museo de Auschwitz-Birkeneau buscan cumplir las exigencias que desprendedn de la edad de la institución — 60 años — y la necesidad de acomodar a centenas de miles, sino millones, de visitas cada año de una nueva generación menos enterada que la precedente sobre la macabra historia de lo que fuera un campo de exterminio nazi, escribe Michael Kimmelman en el New York Times.

Auschwitz-Birkenau fue uno entre decenas de campos de exterminio nazis. Albergó a centenas de miles de prisioneros polacos, igual que judíos y gitanos deportados y se calcula que más de un millón de personas fueron asesinadas allí sistemáticamente entre 1941 y 1945 cuando fue liberado por el ejército soviético.

El museo, escribe el Times, fue construido en los años 50 por sobrevivientes. “En aquel entonces, querían borrar la memoria de sus torturadores, igual que los nazis habían tratado de borrarlos, y por esta razón dijeron lo mínimo posible sobre los alemanes que habían creado y administrado el campo. Se enfocaron en la victimización masiva sin destacar anecdotas particulares ni testimonios”.

Dice Marek Zajac, secretario del Concejo Internacional de Auschwitz, que “La gente que visitó [el museo después de la guerra sabía en carne propia lo que era la guerra. La había vivido. Así que la historia individual de una muerte no los conmovía necesariamente: habían visto tantas muertes en sus familias y en las calles, mientras que la la escala de las muertes en Auschwitz era impactante”.

Una vez renovado, el museo tendrá exhibiciones guíadas que conduzcan al público paso a paso a través de las diversas fases del proceso de exterminio. “La deshumanización diaria y los intentos de cada uno de mantener su humanidad” señala el Times.

Artículo en inglés

Museo Auschwitz-Birkenau

Foto cortesía de paolo camera via flickr