Para Elena Reynaga, quien encabeza dos de las organizaciones que ayudan a las trabajadores sexuales de Argentina, el asunto no podría estar más claro.
“El trabajo sexual es un servicio entonces, ¿por qué no podemos tener derechos”, dice según la publicación inglesa Metro.
Reynaga no tiene ningún tipo de vergüenza de haber sido prostituta. “Realmente me siento orgullosa de ello. Mediante mi trabajo, he creado posibilidades para mis hijos, oportunidades que yo misma no tuve. Mis hijos han sido al colegio, tienen empleos. Nada de que avergonzarme”.
Fueron 30 los años que Reynaga desempeño la profesión más antigua. Ahora ella dirige AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina) y Redtrasex (Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamerica y El Caribe), que funcionan como un sindicato para las mujeres.
Pero Reynaga quiere ir un paso más allá: obtener el reconocimiento sindical. “Queremos todos los derechos que disfrutan los trabajadores, los derechos a una pensión, al seguro social”.
Con este fin, agrega Metro, el grupo estará enviando un proyecto de ley al congreso argentino el año entrante.