Observadores de la realidad española se han preguntado por años hasta cuándo duraría la paciencia del público con la corrupción del Partido Popular y de Mariano Rajoy, el presidente del gobierno que en repetidas se pasó los escándalos por la faja.
La respuesta fue hasta el 31 de mayo cuando sucedió lo improbable: Una moción de censura presentada por el PSOE, sin mucho futuro en un inicio pero que cobró vida cuando adhirieron a ella los diputados del Partido Nacionalista Vasco, reunió 180 votos a favor, más de lo suficiente para derrotar al Partido Popular y sus aliados, que solo obtuvieron 169.
Sale Rajoy, entra el socialista Pedro Sánchez.
Solo días antes, Mariano Rajoy aparecía triunfal ante los efusivos aplausos de sus correligionarios en el parlamento, con igual fervor que semanas antes se habían pronunciado a favor de la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, obligada a dimitir cuando se supo que había falsificado títulos universitarios.
La gota que rebasó la copa de la paciencia de España, en otras palabras cuando ya fue imposible hacer caso omiso de niveles de corrupción peores de los de cualquier “república bananera”, fue el informe de la sentencia de la Audiencia Nacional en el caso Gürtel, que condenó al PP por participar y beneficiarse en una larga lista de crímenes. En total, 29 personas fueron sentenciadas a 351 años de prisión.
Al comienzo de la semana, Rajoy creyó que nuevamente iban a funcionar sus justificaciones históricas de que eran casos aislados, cosas del pasado.
Esta vez fue demasiado, sin embargo. Por las dimensiones del escándalo. Porque era otro más en una interminable lista. Porque había perdido su credibilidad total.
Así, en medio de la desgracia política de su jefe, cae en España otro vestigio del franquismo, el PP que durante años de gobierno ha visto una constante reducción en el nivel de vida de los españoles de las clases trabajadoras, arruinando a millones, vaciando las arcas públicas, transformando por siempre el panorama político.
Todo ello mientras el PP y su poderosa red de cuadros, colaboradores y afines se han enriquecido a título personal.
La madre patria vive un momento único en su historia, escribe Antonio Ruiz Valdivia en el Huffington Post: “Se abre un nuevo e inédito tiempo político en España, después de que se haya evidenciado la fragilidad de los gobiernos tras las elecciones 2016, con un Parlamento muy fragmentado en el que el diálogo será imprescindible para sacar leyes adelante.
“Además, la llegada de Sánchez es la victoria de un político obstinado al que despreciaron dentro y fuera de su partido durante años y al que muchos dieron por muerto políticamente en varias ocasiones”.
Mariano Rajoy entrega el país en peores condiciones de las que lo recibió.