Chicken_class

El Presidente anunció, con bombo y platillo, vestido de corbata y no con la tradicional camisa de jugador de bolos, un importante plan de austeridad.

Juan_Manuel_UrrutiaDurante los 19 días que lleva el año bisiesto, 2016, hemos visto una monumental desculada del petróleo. Analistas informados hablan de una estimación de precio promedio del petróleo de 50 dólares por barril como base para le estimación de los ingresos de la nación. Ese precio se cayó a la mitad.

Impresiona que el Gobierno y el Ministro de Hacienda traten de explicarnos que no hay por qué alarmarse que van a dejar de hacer fiestas, van a revisar la publicidad oficial, no necesariamente a reducirla, pero eso sí a revisarla, pero sobre todo porque los ministros van a empezar a viajar en chicken class eso sí cuando sean viajes domésticos.

A mí no me gusta, como a la mayoría de los mortales, pagar impuestos. El Gobierno, con bombo y platillo como siempre, convocó a una comisión de sabios para que le preparara una reforma tributaria estructural de fondo. Obviamente las recomendaciones de la Comisión no son populares, ante el desborde del gasto hay que apretar al contribuyente y hay recomendaciones que de antemano iban a generar descontento.

Como hay que sacar la Paz a lo que cueste, el Gobierno no estaba dispuesto a correr el riesgo de enredar el referendo con una reforma tributaria. Y como coca cola mata tinto, aplazaron la reforma, ni siquiera han querido recibir oficialmente el informe de la comisión. Tan solo el lunes de esta semana el ministro nos recordaba que esa propuesta era de la comisión, no del gobierno, o sea desconocen la propia comisión que crearon.

Primero la primaria. Los viajes internacionales son los que cuestan. La rebaja en los gastos del Estado generada por la política de chicken class es una babosada. Es simbólica explica el ministro de Hacienda. O sea sigamos gastando y viajemos en chicken para que la gente no se dé cuenta de nuestra irresponsabilidad fiscal.

Cuando un pobre va de culo hay que ponerle frenos porque no hay barranco que lo ataje.

Y Colombia es un pobre que va de culo pal estanco.

Y para pararlo se necesitan frenos de verdad. Aumentar los ingresos y reducir sustancialmente el gasto. Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario, vendemos Isagén y decimos una mentira más.

¿Será que si van a hacer las famosas carreteras?